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CRÓNICA DE VIAJE/EL TRASATLÁNTICO MÁS GRANDE DEL MUNDO

RICARDO RUBÍN

Cuando el Titanic emprendió el viaje que lo llevaría al fondo del mar, se decía que era el trasatlántico más grande del mundo. Lo fue hasta 1912, pero ahora el trasatlántico más grande es el Carnival Destiny.

Mientras que el Titanic no llegaba a las 50 mil toneladas y transportaba mil 519 pasajeros, el Carnival desplaza 101 mil, tiene una tripulación de mil 50 personas y capacidad para dos mil 64 pasajeros.

El Carnival es ciertamente un barco majestuoso e impresionante. Tiene 272 metros de largo y 38 de ancho, y es tan alto como un edificio de 23 pisos. Es impulsado por ocho motores que representan 85 mil caballos de fuerza que le permiten navegar a 21 nudos por hora.

Sorprende a todos saber que en este super barco los pasajeros consumen en cada viaje ocho mil 500 hamburguesas, tres mil 500 manzanas, casi 35 mil cervezas, dos mil botellas de champaña, cuatro mil 500 botellas de vino, 900 litros de tequila, 815 litros de whisky, 750 litros de ron y 900 litros de vermut.

El Carnival Destiny cubre dos rutas alternadas, ambas partiendo de Miami. La primera rodea a la isla de Cuba y toca los puertos de Cozumel, Gran Caimán, Ocho Ríos y regresa a Miami por el otro lado de Cuba.

La otra ruta visita las islas de Puerto Rico, St. Croix y St. Thomas, antes de regresar a Miami. Curiosamente, no todos los pasajeros del Carnival bajan a las islas que tocan, porque la mayoría prefiere conocer bien el trasatlántico y disfrutar de todo lo que ofrece.

Es tan grande el barco y tiene tantas cosas, que se necesita más de una semana para recorrerlo completamente. Lo que está de moda son los casamientos a bordo del Carnival, y el casino es tan elegante como el mejor de Las Vegas y nada le envidia al de Montecarlo. Todos los que han viajado en ese barco dicen que más parece una ciudad que un barco.

Es tan grande, que apenas se mueve aunque el mar esté agitado. En el departamento médico del mismo, atendido por cinco médicos y ocho enfermeras, aseguran que la dotación de pastillas contra el mareo no ha bajado nada, pues nadie se marea.

En el barco hay empleados de 40 nacionalidades, la mayoría destinados a la cocina, entre ellos 112 cocineros, 168 ayudantes y 240 camareros que sirven cada semana 140 mil comidas y cien mil bebidas. El capitán de la nave, Leonardo Francolla, dice que lo que más teme es a la última noche de navegación, cuando se ofrece una fiesta a su nombre, y desde temprano hay largas colas de pasajeros que le quieren dar la mano y retratarse con él.

Además de los cuatro restaurantes especiales para comer y cenar en forma elegante, hay tres más con buffet las 24 horas del día. Esto, respecto a la comida.

Por cuanto a entretenimientos, los hay como en la ciudad más grande: gimnasios, clases de aeróbicos y yoga, juegos de tenis, tejo, pin-pon, golf, albercas, natación, tiro al blanco, recorridos guiados por el barco, dos teatros con estrenos cada noche, como los mejores de Broadway; dos cines con películas recién estrenadas, biblioteca, sala de computadoras, dos disco-bar, tiendas y boutiques, farmacia.

Hay también exhibición de cuadros y antigüedades, clases de cocina, baile y meditación; dos guarderías con personal especializado, juegos especiales para niños, fiestas especiales para adolescentes. Los pasajeros gozan de televisión, periódico diario que se edita a bordo con todas las novedades del nuevo día. Todo lo que se desee se tiene a bordo, incluso menús especiales para personas que lo deseen.

Por supuesto, hay salones de belleza con todos los servicios, tintorería, peluquería, salón de té, bares en cada uno de sus puentes, y hasta expendios de hot dogs y hamburguesas para niños y jóvenes.

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