LA ETERNA ROMA
La tarde es cálida y camino por los jardines de Villa Borghese. Allá lejos, algunos edificios de la parte alta de Roma, la Ciudad Eterna.
Los caminitos están cubiertos de grandes hojas doradas que crujen como Corn Flakes al pisarlas... Qué elegantes visten los niños y las niñas romanas... Los hombres, decididamente, se acicalan más que las mujeres.
Llegar hasta la Vía Veneto es llegar al corazón de la ciudad, pues bien dicen que todos los caminos conducen a Roma... Boutiques por doquier que exhiben ropa buena, pero cara... En un pequeño bar al que entré a tomar un Cárpano frío, un cliente charlatán me informa que hay un millón de prostitutas en la Ciudad Eterna, y como dudo de su palabra, me dice que es un dato del último censo oficial.
En Roma todas las sirvientas están afiliadas al seguro social... De moda, las pelucas para hombre, con pequeños flecos sobre la frente para ocultar la unión con la calva... En todas las discotecas, música de los Beatles, Michael Jackson y Madonna... Lo chic: ofrecer fiestas en las tratorias baratas del lado no caro del río Tiber.
En el restaurante Maestroestéfano venden un licor post comidas, espeso y dulzón, que anuncian como ?muy sexy?. A mi no me supo a nada... Si aborda un taxi, absténgase de hablar mucho con el conductor: todos son parlanchines y siempre tratarán de llevarlo a algún sitio de diversión donde tienen comisión... Abundan, aquí y allá, los italianos tipo Marcelo Mastroiani y Rossano Brassi, y las muchachas parecidas a Sofía Loren y a Gina Lollobrigida.
Con ser tan grande, Roma es una ciudad provinciana. Como no hay divorcios, la gente busca en la calle lo que no encuentra en casa... Los italianos son los peores maridos del mundo, me confiesa una pizpireta empleada de mi hotel. Los norteamericanos son mejores, pero tan aburridos que es imposible serles fiel.
Anuncian un concurso ecuestre para obras de caridad en que participarán condesas, duquesas y damas de la realeza europea. Sus habilidades ecuestres ocupan páginas enteras en los periódicos. El día en que se inauguró el concurso, lo que más llamó la atención fueron las jovencitas quinceañeras de un colegio religioso que ayudaron a servir las mesas, con falditas tan cortas que no podían inclinarse demasiado para no dar un espectáculo. Los paparazzi les tomaron más fotos a ellas, que a las amazonas que compitieron. Al día siguiente, las faldas de las muchachitas se alargaron hasta la rodilla.
Para el gusto del italiano, el mejor busto lo sigue teniendo Anita Ekberg, y a Sofía Loren le acreditan los labios más sensuales... De moda, entre romanos ricos, pasear en carruajes tirados por caballos y detenerse en el restaurante Da Meo Petaca a comer bocadillos. Lo llaman ?party a caballo?.
Una barcaza que surca el Tiber se convierte de noche en casino donde se juega, se bebe, y se toleran otros pecadillos.