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Cronica de Viaje

CRÓNICA DE VIAJE

POR RICARDO RUBÍN

LAS VEGAS Y SUS ATRACTIVOS

Cuando se habla de Las Vegas todos piensan en las mesas de juego de póker, en la ruleta, en las máquinas traga monedas, y también en los grandes espectáculos que ofrecen sus centros nocturnos con grandes artistas, así como en la excelente comida que hay en todas partes a muy buen precio.

Ciertamente, todo eso es Las Vegas, pero hay muchas cosas más: sus lujosos y magníficos hoteles, su ambiente tan cosmopolita, la gente caminando en las calles como en cualquier ciudad latinoamericana, su desfile de largas, larguísimas limusinas, sus museos de artistas famosos, sus miles de luces neón que hacen que su calle principal, The Strip, parezca una fuente refulgente que se proyecta en la noche.

Desde que uno llega al aeropuerto, se sabe que está en la meca del juego por las máquinas tragamonedas que hay en todas partes, y el constante tintineo que emiten cuando se hace una jugada.

Este columnista estuvo allí con su familia, y nos hospedamos en el hotel de una calle paralela al Strip, donde teníamos una terraza que nos permitía observar la imponente brillantez de toda su iluminación.

Fuimos a algunos espectáculos: el Cirque du Soleil en el hotel Seven Seas, dos magníficos magos en el hotel donde nos hospedamos, los leones blancos de Sigfried and Roy, y algunos museos como el de Elvis Presley, Frank Sinatra y toda su pandilla.

Para conocer los grandes hoteles de Las Vegas, donde hay más de cinco estrellas que en cualquier otra ciudad de Estados Unidos, no se necesita guía, ni tomar un tour.

Simplemente se llega al hotel, y como cualquier otro huésped se recorre arriba y abajo, y se admiran todas las riquezas deslumbrantes que ofrece.

Hay muchos hoteles de súper lujo en Las Vegas, y entre los más imponentes están el MGM, Bellagio, París, Luxor, Veneciano, Cesar Palace.

De todos ellos, prefiero el París, con una réplica bastante alta de la Torre Eiffel. Lo sorprendente de este hotel es que, apenas se pone un pie adentro, está uno en París: la música, la forma en que viste el personal, las pinturas en las paredes.

Pero eso no es lo principal. Lo más bello e impresionante es que, después de caminar por un corto pasillo, se llega a una calle larga y típicamente parisina que está dentro del mismo hotel. Es decir, de pronto se encuentra uno en París, estando en Las Vegas.

La calle tiene farolas de gas a todo lo largo, bistros, restaurantes, cafés al aire libre, tienditas de antigüedades, y hay vendedoras de flores y empleados que pasean en bicicleta vestidos de carpinteros, de vendedores de pan, con los largos y crujientes croissant y baguettes en grandes canastas.

Se camina por esa calle, arriba y abajo, y se siente el aroma y el ambiente de la Ciudad Lux, mientras una música suave de acordeón anima el ambiente.

La calle está bordeada por la fachada de casas con terrazas, balcones, ventanas en las que al trasluz se ve gente en su interior, y el techo es una imitación del cielo, con nubes que se desplazan lentamente. Y lo mejor de todo es que, mientras afuera del hotel anochece, en aquella calle parisina también oscurece. El cielo comienza a entrar en una suave penumbra, las primeras estrellas aparecen con su luz cintileante, las farolas de gas se encienden, y sopla un aire fresco y ligeramente perfumado. Sí, uno está en París y no puede negarse.

En los pequeños restaurantes, en los cafés, en los bares, el ambiente es igual al que se encuentra en cualquier lugar de todo París. Por supuesto, como en todos los lugares de Las Vegas, el hotel tiene un enorme casino de juego.

Otros hoteles sorprendentes son el Veneciano, donde hay canales, góndolas con gondoleros que cantan en italiano; una réplica del Puente Vechio de Florencia, con un personaje que permanece inmóvil a la entrada del mismo, envuelto en su capa florentina. Es el Dante que espera el paso de Beatriz, a la que amó en silencio y a quien nunca se atrevió a dirigirle una sola palabra.

El MGM es un hotel cinematográfico, pues tiene réplica de los principales éxitos del celuloide, de las películas más premiadas, de varios sets de cine, y por supuesto, de su famoso león.

El Bellagio se impone por su esplendor, su riqueza, su grandiosidad. Costó varios millones de dólares más que cualquier otro. Es el hotel más caro, lujoso y exclusivo de Las Vegas. Pero no será por mucho tiempo, porque ya hay planes para construir otro más grande y elegante.

En Las Vegas no se duerme. Las noches son días porque las luces permanecen siempre encendidas, hasta que sale el sol, y el Srip brilla con la misma intensidad de siempre. La gente se acuesta muy tarde, el ruido es el mismo a todas horas, los casinos funcionan de noche y de día. Hay una fiebre que anima a quienes vienen a esta ciudad, una secreta ambición de hacerse rico en un golpe de buena suerte.

Y pensar que esta ciudad extraordinaria fue creada gracias a la idea de un gángster, Busy Siegel, que tuvo la visión de construir el primer casino a mitad del desierto, y que ahora es una ciudad única en el mundo.

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