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Crónica del Ojo / A dos de tres caídas

Miguel Canseco

El Hijo del Santo cumplió a cabalidad con el ritual familiar durante su más reciente presentación en Torreón y nos complació con la rutina completa: tope desde la tercera cuerda, salida suicida hacia fuera del ring y por supuesto la obligatoria llave de a caballo (nos quedó a deber las mujeres vampiro, pero será para la próxima). Éste fue mi segundo encuentro con el vástago del ?Enmascarado de Plata?, el primero fue en el 83 u 84, justo antes de que mi padre vetara mis visitas a las luchas debido al lenguaje florido que tuve a bien aprender en las arenas (y que encuentro sumamente práctico hasta la fecha). Por aquellos días era raro, si no imposible, encontrar en las luchas a las decenas de universitarios y gente bien que hoy asiste con entusiasmo mayúsculo (bueno, el propio Santo Jr. es egresado de la UIA). El cambio en el público es un síntoma del empuje que ha tomado la lucha en las artes visuales, la literatura y el ambiente académico del país que ha caído en la seducción de los costalazos y sus amplísimas implicaciones estéticas, sociales, así como sus raíces históricas (donde muchos identifican un aliento prehispánico). Un punto de partida en esta eclosión de luchística-intelectual puede ser la obra de Lourdes Grobet, que en los años 70 y 80 realizó un registro fotográfico de la vida cotidiana de los luchadores, retratando sus viviendas, hijos y chambas alternas como taxistas o carniceros. A partir de ahí se pueden contar por miles las interpretaciones y lecturas de la lucha libre (los grabados de Demian Flores, las rolas de los Straitjackets, la función de lucha de Carlos Amorales en la Tate Modern de Londres, entre un larguísimo etcétera de reflexiones, libros, instalaciones, dibujos, performance, videos o pinturas en torno a los enmascarados). El espectáculo luchístico (la catarsis y evasión de frente a realidad difícil) es producto neto del imaginario popular y se ha insertado de lleno en la cultura pop convirtiéndose en emblema de México ante el mundo y rebasando por mucho a la cultura oficial (en la reciente Feria de Arte Contemporáneo Arco de Madrid abundaron las referencias al tema). Hace dos o tres décadas este movimiento habría sido impensable pero el tiempo pelea en el bando de los rudos y da un veredicto inamovible y genuino. A principios del siglo XX pocos habrían creído que los dibujos del peladito Posada llegarían a trascender por encima de los paisajes impresionistas de Clausell. En ese orden de ideas supongo que el Hijo del Santo ofrecerá al historiador del futuro claves estéticas de mayor hondura y validez que la mayoría de las vanas e interminables especulaciones del arte actual. Pero mientras son peras o son manzanas rompí la añeja censura familiar para integrarme a las rechiflas y refrescadas de la lucha del sábado, a sabiendas de que, en este momento, mentar madres en una arena es una condición para ser culto y alivianado. Bendita realidad, que se convierte en arte para terminar en moda (pero no me quejo, ojalá todas las modas fueran así de picudas).

PARPADEO FINAL

La Comarca Lagunera presente. El mega maestrazo Blue Panther y el carismático Sexy Piscis siguen con la tradición de grandes luchadores locales. Por su parte Los Chicos de Barrio hicieron el tema de mucha lucha para la serie de Cartoon Network y los artistas /diseñadores Erasmo Bernadac y Luis Sergio Rangel (que rolan con el pseudónimo de máscara Vs. cabellera) se refinaron unos posters de lujo para la lucha del sábado. La afición es recia: ¡Larga vida a los costalazos!

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