Compongo mondongo, dícese del volantazo antes de dar de nariz contra un muro o dicho de otra forma, pérenme tantito no sea que la vaya a regar. Digo esto a propósito de mi anterior columna, donde a partir de Piero Manzoni y su arte con excremento enlatado (Merda D´artista) quise ejemplificar cuán importante es el contenido y cómo éste prevalece sobre los materiales, asunto que dio pie a airados correos electrónicos defendiendo la pintura al óleo. No va por ahí. El mensaje, en resumidas cuentas es que óleo es ni más ni menos meritorio que recurrir a cualquier otra técnica y de ningún modo puede valorarse por encima de disciplinas como el dibujo, el grabado, la escultura, el cine y/o cualquier medio experimental, llámese performance, medios digitales o latita con repostería de Manzoni.
Esta idea va con dedicatoria a los lectores que comienzan a interesarse por las artes, para que no venga nadie a espantarlos con el petate del muerto y con decir ?yo pinto al óleo? quiera pasar por artista (Desconfíen de quien se adjudique con orgullo semejante título. Para otorgar esta etiqueta me parece que el mejor juez, o el menos peor, es el tiempo, a reserva de los talentos excepcionales donde no hay para dónde hacerse). La sensibilidad artística va a la par de los cambios sociales y tecnológicos: hace ochocientos años era la pintura al temple, después vino el óleo y los medios impresos, hoy es el arte digital, es algo perfectamente natural. Pero afortunadamente, la pintura sigue viva y hay artistas ?muy pocos- que hacen un uso magistral de este medio asegurando su vigencia. A estas alturas este soliloquio puede aparentar ser un chorizo toluqueño relleno de contradicciones. Y así es, las artes no suelen proporcionar certezas y se alimentan de las dudas. En lo personal veo con recelo a quien defiende una posición estética a capa y espada. Tal vez al escribir o pintar sólo estamos enunciando preguntas, las mejores, las que no tienen solución. No es un camino lineal, es vereda laberíntica donde voluntariamente nos perdemos. Es en la desorientación y la búsqueda donde se manifiesta esta extraña forma de entender la vida, que a falta de un mejor nombre solemos llamar arte.
PARPADEO FINAL
Fanfarrias con acordeón, güiro y baile de avioncito para Guayo Valenzuela, que expone hoy sus grabados y dibujos de temática Cholesca y urbana en el centro cultural Kotopo en la ciudad de Lyon (no Guanajuato, sino Francia). El jefe de los maras de la Abasolo tira barrio en el viejo continente. Brindo por ello.
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