¿Pero de qué vas a vivir? Pregunta obligada de los padres que de pronto se enteran que el retoño quiere ser artista. Yo fui una de esas ovejas descarriadas que sin pensarla mucho, haciendo caso omiso de la preocupación familiar y poniéndome en manos del destino me lancé a la artisteada consumido por el deseo de ser un Van Gogh Tenochca. Después vienen los apuros económicos reales y es uno el que termina preguntándose ¿de qué voy a vivir? La respuesta no es fácil. Aquéllos que viven de las artes penden de la delicada relación entre la producción artística (pinturas, esculturas, grabados, instalaciones, etc.?) y su relación con el público (que alaba o rechifla y dirige las tendencias del mercado) y la crítica (que orienta al público en sus gustos). Lo anterior dicho muy por encimita ya que esta ecuación ha sido vista y examinada de múltiples formas por varios analistas de pesada neurona. Lo que aquí me compete es dar una pequeña radiografía de estos tres factores en el caso específico de Torreón.
Por un lado, el público sigue siendo reducido, una exposición inaugurada con cien personas ya se considera un éxito y son raros los que visitan las galerías después del evento de apertura. Existen miles de coleccionistas potenciales, cuyos ingresos les permitirían comprar buenas obras de arte, sin embargo siguen en la etapa paisajito mal pintado, perita, caballo, payasito, niña triste, desnudo sin vello púbico y anexas, es decir, no están informados de otras posibilidades más allá de la decoración simple y sencilla (y aquí no condeno los temas, sino la factura de las obras que suele ser muy pobre). Con el tercer elemento, la crítica, sucede algo interesante.
Imaginemos a un artista visual que trabaja duro para una exposición, invierte en materiales, hace invitaciones y a la hora de la inauguración da entrevistas, le sacan fotos, sonríe, en fin, es el niño del cumpleaños. Pero resulta que la obra es pésima independientemente del esfuerzo que aplicó el autor. Y aparece por ahí un crítico que señala las carencias y los yerros. Ante el artista se abren dos opciones. Una, aprender del comentario, hacer de tripas corazón y capitalizar el descalabro. La segunda, por desgracia la más frecuente en nuestro amado Torreón, es tomar los comentarios a nivel personal (¿pero si le eché tantas ganas cómo es que me cuestiona este infame?) y sentirse agredido cuando se cuestiona su sacrosanto estatus. La mejor manera de anular a la crítica y al crítico es confundir la evaluación con difamación.
Torreón, como todas las ciudades, produce cantidades inmensas de desechos artísticos y pocas obras de interés (la excelencia no abunda en ninguna parte). Pero, ¿cómo saber quién es quién? Sin alguien que argumente y señale lo bueno y lo malo, el artista se perderá en su propia fantasía de grandeza o pequeñez.
Con la previa disculpa a mi amada novia por mis eternos ejemplos futboleros podría resumir la vida artística de Torreón con la siguiente imagen: un estadio semi vacío y una porra medianamente entusiasta (el público), unos jugadores poco motivados y de condición física irregular (los artistas) y un árbitro que brilla por su ausencia (la crítica). No hay árbitro y los jugadores hacen lo que se les da la gana. Digo, caen gordos los jueces pero el juego es una flojera sin ellos. Y como no hay espectáculo, pues tampoco hay público. Todo se pierde en el vacío. No es un problema fácil de resolver pero se puede buscar una salida con la voluntad y el ingenio suficientes. Ante este panorama, un buen inicio podría darse cuando los artistas comiencen a evaluar su trabajo mutuamente de forma seria y constructiva. Suena idealista, pero por algún lado se debe empezar para alimentar a estas artes visuales laguneras que andan en los huesos.
PARPADEO FINAL
Ay ni para amargado sirvo. Empiezo tirando piedras y al final viene el traicionero ánimo propositivo, mi afán vampiresco se ve eclipsado por mi perpetuo optimismo. Sí, creo que las cosas del arte irán progresando en este páramo afortunado que navega a mil kilómetros de distancia de la tóxica capital. Hay mucho por hacer... ánimooo guerrerooos.
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