En una calurosa tarde de 1961, después de una opípara comida y en un rapto de intensa inspiración el artista italiano Piero Manzoni defecó en 90 pequeñas latas que posteriormente fueron selladas, numeradas y firmadas por el autor (la hoy célebre Merda d´Artista). Desde su aparición en el mercado y hasta la fecha estas obras (nunca mejor dicho) se han vendido con bastante éxito (hace tres años la Tate Gallery compró una en veinte mil dólares).
Manzoni demostró con lucidez e ironía cuán bizarro se puede tornar el comercio del arte y con esta acción entre muchas otras se ha ganado un lugar de privilegio entre los creadores del siglo XX. Merda d´Artista contiene implicaciones críticas que la hacen valiosa independientemente del material con que está hecha. Y me remito a Manzoni por la sencilla razón de que estoy hasta el chongo de los pintores (as) que se jactan de ?pintar al óleo? como si esto tuviera un mérito especial. Para el grueso del público aún es importante cuando un artista pinta ?al óleo?, como si el pigmento diluido en aceite que llamamos ?óleo? tuviera valor por sí mismo independientemente de los desatinos que el autor tenga a bien embadurnar. El contenido (así sea excremento) prevalece y la forma exterior sólo es la vía para un sustrato sin cuerpo, que es la filosofía del autor, su concepto. Si éste decide que va a hacer un grabado, un dibujo, una escultura o va a evacuar en latitas pues vale, hay que evaluar en qué contexto se da ese acto, qué implicaciones tiene. Aquí empieza el embudo del tiempo y es donde podemos hablar de calidad y en un momento dado, de trascendencia. Y en ese rubro es donde están las pinturas de Chardin, las películas de Buñuel, el vitral de Duchamp y la celebérrima y aplaudida Merda d´Artista de Piero Manzoni. ¡Juro por Alá que compraría una lata de Manzoni antes que un cuadro de Martha Chapa! (Y aquí es donde viene el manotazo en el escritorio y la cara de López Obrador desaforado).
PARPADEO FINAL
La feria de arte contemporáneo ARCO, que tiene a México como invitado de honor, abrió en Madrid con sendo bombazo de la ETA. Así como están las cosas, más de un artista se habrá quedado con las ganas de firmar este acto como una obra suya. Por cierto, 40 años después el metano de la popó de Manzoni ha hecho que empiecen a estallar sus latitas. Eso es terrorismo del bueno.
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