Después del ataque a las Torres Gemelas circuló por Internet un revelador fragmento de las profecías de Nostradamus (texto fechado en 1664, sexta centuria, quinto cuarteto) que dice -entre otras cosas- lo siguiente: ?Durante el año del nuevo siglo y nueve meses vendrá el gran rey del terror... A los cuarenta y cinco grados el cielo será incendiado. Caerán dos columnas. En corto tiempo vendrá el caos, puerta negra de conflagración final, en llamas se consumirá el inocente?. La interpretación es inmediata: Después de los atentados a las Torres Gemelas comienza una guerra sin fin. Más adelante, en el doceavo cuarteto menciona lo siguiente: ?Después de dos veces diez y una vez seis, al castillo de la muerte entrará el Pontífice. El embajador nubio será cisma: los fieles pelearán y morirá el Siglo de Oro?. Aquí se refiere a los veintiséis años del pontificado de Juan Pablo II, a cuyo término se desatará un caos que dará fin a futuras reformas y quien lo sabe, tal vez señala al nigeriano Francis Arinze (el embajador nubio), fuerte candidato al papado.
Solamente hay un dato que no concuerda: Se supone que estas profecías fueron escritas en 1664, pero Nostradamus murió en 1566 (¿habrá regresado a terminar la tarea después de un siglo de muerto?). La primera profecía la inventó algún bromista no identificado que la distribuyó vía correo electrónico y fue tomada como cierta por millares de personas allá por el año 2001. La segunda profecía me la saqué de la manga para acalambrar a la raza ahora que andamos en período de transición vaticana. Después de leer los verdaderos textos de Nostradamus quedan tres cosas ciertas: 1) Están escritas en un estilo tan confuso que desde su publicación nadie ha entendido ni jota y la mayoría ha optado por interpretarlas como cosa gruesa y misteriosa. 2) En vida ya se le señalaba como un impostor y los errores de sus profecías han sido denunciados y comprobados sistemáticamente desde entonces. 3) Como en un jarrito, todo cabe en una profecía sabiéndolo acomodar y ajústele que si no le atina es porque no quiere.
Creer en una profecía es ahorrarse la molestia de razonar para esperar mansamente a que se cumpla lo dicho por tal o cual mago barbón o viejita con paliacate. En el fondo está la angustia por lo inasible del tiempo y la abrumadora cantidad de hechos que se tejen a nuestro alrededor. A los que buscan respuestas para el futuro les propongo un método más modesto pero extraordinariamente complejo: el arte y en específico, la poesía, entendiendo esta herramienta como resguardo de la memoria individual e interpretación de los acontecimientos colectivos. El arte señala y analiza los sentimientos debajo de los actos, pone luz sobre los demonios y tiende sombras sobre los falsos paraísos.
Ejemplifico con García Lorca y su poema La Aurora de Nueva York, escrito en 1929, que dice: ?La luz es sepultada por cadenas y ruidos/ en impúdico reto de ciencia sin raíces/ por los barrios hay gentes que vacilan insomnes/ como recién salidas de un naufragio de sangre?, para efectos de una profecía del 11 de septiembre, estos versos retratan con mayor hondura y belleza los tristes hechos.
La moraleja del tío Cansequin es que ya no le hagamos al maje y mejor nos pongamos a estudiar antes de creer las fumadas y los chismes de los vecinos. Ahora que si pertenecen al grupo de los crédulos o son aferrados adventistas del vigésimo día pues también están en su derecho de esperar el fin del mundo que ciertamente está próximo, o sea que puede ser mañana o en dos mil años. Cuestión de paciencia y sacar un numerito por aquello de las colas interminables afuera de los juzgados del juicio final.
PARPADEO FINAL
Bueno, basta de farsas. He aquí un genuino extracto de las profecías de Nostragamus (el primo mexicano de Nostradamus) que nos dice: ?Lagarto tartamudo desaforado será: bandera albiazul y tricolor se convertirá en fiera lanza. Botas y bigotes zapatearán de falso gusto. Gastritis general en la tribu del sol azteca: cual mansos bovinos los ciudadanos esperamos a que todos se pongan de acuerdo. Y mientras esto sucede puros fideos porque al fin jodeos?. Así que sobre aviso no hay engaño y como este asunto va pa?largo, es mejor abrocharse los cinturones.
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