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Crónica del Ojo / SOBRE LA MANCHA Y OTROS RANCHOS POLVOSOS

Miguel Canseco

Y ahora nomás por puro gusto me voy a poner erudito. Cuando Cervantes dice ?en un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme? no se refiere a un asunto de nostalgia o dolor. Como señala la última edición extra revisada de la Real Academia de la Lengua, ?en un lugar? es sinónimo de ?pequeña población rural? y aquello de ?no quiero acordarme?, es lo mismo que decir ?no logro acordarme?. Actualizando el asunto podría ser algo como ?en un rancho de La Mancha cuyo nombre no recuerdo? (ok, suena un tanto feo pero el sentido es correcto). La onda es que la frase no es tan romántica como nos la venden, de hecho es un inicio sencillo para una historia compleja. Ahondando en el asunto me topé con un comentario de Borges que cito: ?cuando Cervantes habló de La Mancha y los caminos polvorientos de las posadas de España a principios del siglo XVII, pensaba en ellas como cosas aburridas, como cosas muy ordinarias. Y sin embargo ahora palabras como La Mancha tienen una significación romántica porque Cervantes se burló de ellas?. Qué mejor manera de mofarse de las novelas de caballería que ubicarlas en el lugar más seco y sin chiste. Como querer filmar Batman en el ejido más triste. Según me cuenta Paty, que anduvo rolando por esos lares, los caminos de La Mancha están más áridos que la ruta a Cuencamé. En el corazón de La Mancha está la ciudad de Tomelloso, ciudad polvosa e industrial como la nuestra y parte de la ruta del Quijote. Ahí nació uno de mis pintores más admirados: Antonio López García. Como buen fan, antes que otra cosa, va el elogio de rigor: Antonio López es la neta. Dicho esto, describo someramente dónde radica su gracia: en primer lugar, el tipo tiene un nivel extraordinario como dibujante. Más que restringirlo, su depurada técnica está canalizada hacia una representación sensible de su entorno inmediato. Sus obras son pedazos de realidad lastimada, solitaria, emborronada y al mismo tiempo profundamente significativa. Antonio López ha tenido la sabiduría y el tino de descubrir en lo banal una impronta humana y digna de ser subrayada. Su obra se basa en la representación de lo más simple: los trastos viejos y el asfalto de las calles, la arquitectura reciente y deteriorada, los multifamiliares y el jardín pelón de su casa. Como Cervantes, López García (hey, búsquenlo en Internet) supo encontrar vida, fantasía y espiritualidad donde aparentemente no la hay. Hablo de ellos pero sobre todo hablo de La Mancha vuelta a la vida por la imaginación de los hombres. La moraleja es prácticamente un corolario: Torreón, ciudad polvosa y árida, zona de industria y trabajo, aparentemente sin mucho chiste, como cualquier lugar de La Mancha. Aquí vivimos y aunque muchos locales y fuereños la consideren una ciudad francamente fea yo en lo personal, jamás la he encontrado aburrida. Pienso en Torreón y trato de verla con el cristal de Antonio López y entonces cada calle se abre y se ilumina. Pocos pelan el entorno urbano que en su aparente simpleza encierra mensajes fundamentales sobre la vida de la ciudad. Rescato las fotografías de Jesús Flores, las crónicas dibujísticas de Pepe Valdez o los cholos de Guayo Valenzuela. Por otra parte es gracioso ver que hay artistas que buscan ser José María Velasco o Salvador Dalí a estas alturas y por estos rumbos. Tal vez las grandes soluciones artísticas están frente a nuestra nariz y no las queremos ver. Probablemente todo el misterio de un planteamiento artístico de fondo está en un lugar de La Laguna de cuyo nombre no quiero acordarme. Yo creo que sólo se trata de pelar bien los ojos, alistar la lanza al estilo de Don Quijote o afilar el lápiz a lo Antonio López. Hey artistas, aquí está todo, nomás rásquenle tantito.

PARPADEO FINAL

Rechifla general vía mail por la columna de la semana pasada. Ah qué caray, digo, no todos los días se muere un burro, las musas son esquivas. Por otra parte, mi amolado cerebro ya está en plena merma, este mundo da coletazos mortíferos. Ahora resulta que los cuadros de Congo el chimpancé valen veinte mil euros, que México le gana a Brasil y que Vicente Fox ya anda defendiendo a Fidel Castro. No sé qué relación tienen estas cuestiones conmigo pero me angustian por igual y las veo claramente como signos del fin de los tiempos.

Pido clemencia a San Wichito.

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