EL SIGLO DE TORREÓN
MATAMOROS, COAH.- El rostro de Hermenegildo Ramos Macareno se ve afligido. Pero su tristeza no surgió ayer, sino desde que la actividad agrícola en La Laguna dejó de ser la principal fuente de empleo para miles de laguneros, aun así, agradece a Dios haber llegado a esta región.
La bonanza que hace lustros había en la agricultura lagunera, trajo a Hermenegildo. Decidió radicar en Matamoros donde terminó por vivir al lado de su mujer, criando a tres hijos que no eran suyos, pero que los quiere como tal.
La sonrisa de Hermenegildo es confusa, en cierto momentos parece ser una incógnita. Sus cristalinos ojos sirven para apreciar las dificultades por las que ha pasado al tener que mantener a una familia.
Apenas si conoció la escuela. Al segundo año de primaria dejó de estudiar debido a que sus padres no contaban con el capital suficiente para que siguiera con sus aspiraciones. No se arrepiente ni se lamenta, simplemente dice, no pude ser.
Cada mañana cuando se levanta, da gracias a Dios por dejarlo un día más con vida, pero también, le pide fortaleza para seguir por todas las calles y colonias de Matamoros, vendiendo paletas de hielo, oficio que ejerce desde hace 14 años.
Cuando recuerda las mejores épocas de la agricultura en la región, su cabeza se mueve hacia arriba y sus ojos parecen mirar el infinito, es ahí cuando esboza lo que parece ser una sonrisa, sólo él sabe si lo es o no.
Su piel no es morena, está quemada, arrugada. Sus manos todavía tienen algunos callos, producto del trabajo arduo que realizó en el campo. Su vestimenta es la auténtica de un ejidatario lagunero, con su sombrero, camisa tipo guayabera, sus votas y su cinto.
Entre sus anhelos no hay ambiciones de riqueza, mucho menos de un buen posisionamiento social, todo lo contrario. Hermenegildo quiere, pide y le implora a Dios, tener buena salud para alimentar a su esposa ahora que ya están solos.
Las paletas no le dejan mucha ganancia. Apenas si logra vender entre 50 y 70 pesos diarios. Hermenegildo tiene 63 años, su mujer tiene 84 y nunca lograron casarse ni por el civil ni por la Iglesia, pero su lamentación tampoco llega, luego de 32 años de vivir en unión libre, agradece a Dios haberlo traído a La Laguna.