EL SIGLO DE TORREÓN
MATAMOROS, COAH.- Carlos Antonio y Luis Carlos tienen diez años y son hermanos gemelos. Los pequeños son parecidos hasta en la voz, pero aseguran que sus gustos son muy distintos. El primero quiere ser mecánico, el segundo dice que estudiará una ingeniería.
Cursan el cuarto grado de la primaria y procuran realizar todas sus actividades juntos, pues son muy unidos, pero afirman que cada quien tiene sus amigos y no les agrada la misma gente.
Luis Carlos platica que su madre se dedica al hogar, su padre trabaja en una fábrica. Ambos han inculcado en sus niños que la educación es lo más importante.
“Dicen que sólo echándole ganas y estudiando mucho podemos hacer lo que queramos”, comenta Luis.
“Podemos ser lo que nos guste, pero tenemos que aprender mucho en la escuela y estudiar siempre”, agrega Antonio.
Sus rasgos físicos serían casi idénticos, pero Carlos Antonio tiene una cicatriz en la base de la nariz, de una caída que sufrió hace tres años, según dice, por travieso.
Cuando las personas les dicen que son iguales, los niños se defienden y explican que no es así, pues a Antonio no le gustaría ser policía, pero a Luis sí, del mismo modo, Luis no sería bombero, pero su hermano sí. A veces se confunden mientras expresan su idea, una sonrisa y la mirada de complicidad entre ellos los delata.
“La gente nos dice a veces que si nos hablamos con telepatía, pero no es cierto”, manifiesta Luis.
“Nos preguntan si podemos hablar con la mente o pensar cosas igual o sentir lo que siente el otro, pero no”, añade Antonio.
Relatan que ambos se llaman Carlos por un tío, pero no saben exactamente por qué, asumen que a sus padres les agrada el nombre. Los dos traen el uniforme, recién salieron de la escuela y se dirigen a su casa. Entre risas, confiesan que muchas veces buscan la oportunidad de vestir de la misma forma, para parecerse más.
“Lo único que sí nos gusta a los dos son los carritos”, dice Luis.
“Jugar a los carritos y nada más”, completa Antonio.