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Crónica urbana| A sus 19 años, vive un viaje interminable

CUAUHTÉMOC TORRES ALVARADO

EL SIGLO DE TORREÓN

MATAMOROS, COAH.- Tan sólo tiene 19 años de edad, cinco de éstos los ha pasado lejos de su casa, su familia y el lugar donde creció: Veracruz, una ciudad llena de empleos pero mal pagados y carente de servicios en sectores marginados.

José Luis Hernández Fernández cumple en estos días dos meses de haber llegado a Matamoros. Junto a otros compañeros, arribó a esta ciudad con la esperanza de percibir una mejor ganancia que la que obtenían en su natal Veracruz.

Hace un lustro, José comenzó a trabajar para un señor. Su patrón se encarga desde entonces, de proveer a sus empleados de dulces diversos, que se apetecen a chicos y grandes al momento de verlos acomodados de una forma peculiar, sobre una carretilla dentro de una bolsa que asemeja un cilindro.

“Para que tomen esa forma tengo que voltear la bolsa y da el aspecto de un cilindro. A los niños les gusta mucho y es una manera de atraer al público, es muy atractivo para ellos ver tantos colores en bolsas que parecen recipientes de plástico”.

José es soltero, en Veracruz dejó a sus padres y hermanos. La única ocasión que los ve es una vez al año, para festejar con ellos la entrada del Año Nuevo, ni siquiera la Navidad la celebra en compañía de sus familiares.

La Noche Buena y la Navidad pasada, las convivió con sus compañeros de trabajo, que al igual que él, deciden subir a un camión de transporte para recorrer diferentes ciudades de la República Mexicana, en las que aprovecha para conocer gente.

Desde Sinaloa hasta Guadalajara y de Laredo a Monclova, de Norte a Sur y de Este a Oeste; los viajes de José son interminables, pero las ganancias no. Diariamente obtiene entre 500 y 600 pesos de las ventas, de las cuales se lleva entre 100 y 120 pesos.

No tiene esposa ni hijos, pero el dinero que gana lo aprovecha para alimentarse, vestirse y divertirse, cuando el tiempo se lo permite. La Noche Buena estuvo cenando y tomando algunas bebidas con sus compañeros.

La distancia entre su familia y él ha sido siempre larga. En pocas ocasiones tiene la oportunidad de hablarles para decirles sobre su situación, pero mantiene la calma al esperar el Año Nuevo y esta oportunidad la aprovechará al máximo.

“Me gusta conocer gente, pero lo que realmente pasa es que uno se acostumbra a este trabajo, a estar fuera de casa para ganar más dinero para la familia. No es cuestión de gusto sino de necesidad, por mejorar el comercio”.

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