HISTORIAS | ASEGURA JUAN HABER SIDO UNO DE LOS PRIMEROS VOCEADORES DE EL SIGLO DE TORREÓN
EL SIGLO DE TORREÓN
El señor López Carrillo nació el 24 de junio de 1905 en Monte Escobedo, Zacatecas.
FRANCISCO I. MADERO, COAH.- Juan López Carrillo, a sus 100 años de edad, asegura haber sido uno de los primeros voceadores que tuvo El Siglo de Torreón en este municipio.
Sentado a la orilla de una vieja jardinera que adorna el frente de la Presidencia Municipal de esta ciudad, se encuentra Juan recordando cómo fue que llegó a la Comarca Lagunera.
Fue Monte Escobedo, Zacatecas, quien lo vio nacer un 24 de junio de 1905. Tres meses después en los brazos de su madre, partió hacía Chihuahua, Chihuahua.
Sus ojos se volvieron tristes al recordar nuevamente a su madre y a su único hermano. Con su mano deteniendo su oreja izquierda, escuchaba con dificultad cada una de las preguntas.
Juan con la mirada hacia el cielo, comenta que fue en el año de 1930 cando por primera vez pisa tierras laguneras, ?de la misma forma como llegué a Chihuahua, así llegué a La Laguna, de la mano de mi madre y en compañía de mi hermano?, dice Juan.
La crisis económica que se vivía en el país en ese entonces por la lucha que había entre Gonzalo Escobar y Plutarco Elías Calles, lo obligó a buscar trabajo para ayudar a su madre.
Fue entonces cuando empezó a vender El Siglo de Torreón, ?fui uno de los primeros voceadores que tuvo el periódico?, comenta Juan.
Sonriendo, aquel viejecito, dice que fueron sólo un par de años, los que trabajó para el periódico, ya que en ese entonces la gente no tenía dinero y eran unos cuantos quienes lo compraban, ?no había dinero para nada?, dice.
Con un brillo especial en sus ojos, Juan dice que meses después de haber renunciado a ser voceador, conoció a su mujer, quien desde entonces ha sido su fiel compañera.
?Tenemos nueve hijos, 46 nietos, 12 bisnietos y quién sabe si ya tenga tataranietos, nadie me lo ha dicho?, dice.
Lleno de emoción, Juan comenta que pertenece al Club del Centenario, el cual sólo lo forman otros seis viejitos de más de 100 años de edad.
Con gran dificultad al levantarse pero sin la ayuda de un bordón o de alguien, camina hasta el vehículo que lo llevará a casa.
Por la ventana, se ve su arrugada y larga mano diciendo adiós mientras el auto se retiraba del lugar.