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Cuando éramos menos y más pudorosos

Carlos Monsiváis

En esta temporada se acrecientan las obsesiones de los conservadores ya no tanto sobre la educación sexual (está en todas partes, y la sexología es uno de los pasatiempos de sobremesa y cubrecamas), sino sobre temas más específicos: el preservativo (el ?adminículo?), la virginidad como dote matrimonial, el adulterio (cada vez menos citado) y los derechos reproductivos de las mujeres, más que ningún otro tema. En este contexto vale la pena revisar las primeras batallas culturales en México a propósito de la educación sexual. Tal vez alguien las encuentre de ?vigorosa actualidad?.

La educación sexual

En la década de 1930 la Sociedad Eugenésica Mexicana presiona al gobierno para establecer un plan de educación sexual, y en su informe de 1932 menciona la frecuencia de embarazos antes del matrimonio, enfermedades venéreas y ?perversión sexual? (sic). Concluye: se necesita de información adecuada para los jóvenes ya que los hogares no parecen cumplir esa tarea al ser el sexo tema prohibido por razones religiosas. La respuesta de los conservadores es contundente. Según su vocero, el periódico Excélsior, en editorial del 16 de marzo de 1933, un programa como el propuesto por la sociedad ayudará a la corrupción de mentes jóvenes. Y afirma: la mayoría de los miembros de la sociedad son ?inconformes sexuales?. Se pide la investigación formal de la Sociedad Eugenésica, a la que, se afirma, dirigen dos mujeres: una recientemente divorciada y la otra de nacionalidad rusa.

La batalla por la educación sexual atraviesa por distintas peripecias. La primera: el secretario de Educación Pública, Narciso Bassols, acepta el informe de la Sociedad Eugenésica y decreta un programa de educación sexual en quinto y sexto de primaria y escuelas secundarias. Al publicarse las recomendaciones de la Comisión de la SEP, el 30 de mayo de 1933 la Unión Nacional de Padres de Familia manifiesta su oposición a la educación sexual en manos de maestros, que podrían ?encontrar en la exploración de ese tema extraordinariamente peligroso, medios de violar niños inocentes?. Para la Unión, la educación sexual no es necesaria porque la civilización ha existido diez mil años sin que se instruya formalmente a los niños acerca de tales comportamientos. Se califica al proyecto de complot comunista para destruir la estabilidad social de México. A su vez, la Federación de Asociaciones de Padres de Familia del Distrito Federal interviene y, generosamente, aprueba la educación sexual para muchachas de más de 21 años y muchachos de más de 14 años, y condena de paso el plan de gobierno.

En diversas ciudades del país surgen protestas reclamando para los padres el derecho y el deber exclusivos de dar educación sexual a sus vástagos y denuncian la ?pornografía? en las escuelas. (Información de John A. Britton en Educación y Radicalismo en México. SepSetentas).

La lucha contra el proyecto gubernamental se origina en la fobia contra la educación socialista pero se manifiesta con mayor claridad en el ataque coordinado contra la educación sexual. A principios de 1934, las agrupaciones de padres de familia publican dos documentos oponiéndose a la ?instrucción regular de los procesos de reproducción humana? que planea la SEP; Excélsior y El Universal publican en primera plana esquemas de dos cursos probables. (La descripción de la niña compara su maduración con los aspectos correspondientes de la flor.) La SEP niega que se imparta o se piense impartir educación sexual en las escuelas públicas y aclara ?diez de enero de 1934? que los esquemas publicados son parte de un estudio sobre educación sexual.

Días después, Excélsior comenta un folleto de William J. Fielding, La educación sexual del niño. Lo que cada niño debería saber. Es éste, dice, un buen ejemplo del tipo de pornografía que se usará en las escuelas públicas. Bassols informa: el folleto no está destinado a los niños, se dedica a un programa de instrucción para los padres y Excélsior es un periódico al servicio de los reaccionarios de derecha contra la educación sexual.

Es el momento de la acción directa. El 28 de enero, en un mitin, dos mil padres de familia acuerdan no mandar a sus hijos si la secretaría persiste en la educación sexual. La Unión Nacional de Padres lanza su táctica intimidatoria: todas las madres deben enviar cartas de protesta al Presidente de la República. Los maestros que den instrucción sobre reproducción humana sufrirán el aislamiento de los padres y el boicot de los niños. Es preciso organizar comités de huelga en cada distrito escolar.

El 17 de febrero, la Unión Nacional de Padres vota la huelga contra educación sexual, convencidos al parecer de que ya se está impartiendo. La Asociación de Padres anuncia el boicot económico y social contra cualquier maestro afiliado al programa criticado. El éxito de los huelguistas no es muy grande: sólo 40 de las 485 escuelas oficiales en el Distrito Federal van a la huelga, y el arma fundamental del rechazo a la educación sexual es la calumnia. Al proyecto se le califica de ?propaganda subterránea e insidiosa? patrocinada con dinero bolchevique. Cunden las invenciones. La más común: relatos de maestros que seducen a muchachas estudiantes en nombre de la educación sexual. Para asegurar su verosimilitud se dan nombres, se citan lugares que, curiosamente, resultan falsos.

El sistema usado por Excélsior durante la campaña es reiterativo: ?¡La educación sexual ya existe!?.

Ejemplos: una clase de biología de tercero de secundaria sobre la reproducción de plantas y animales, un curso de higiene del adolescente en la Escuela Nacional Preparatoria. El periódico oficial, El Nacional, contraataca señalando al clero como el instigador verdadero. Finalmente, el nueve de marzo de 1934 Bassols renuncia a la secretaría. Cuatro días después, los padres sostienen todavía la huelga en 20 escuelas. En los años siguientes, el proyecto de educación sexual se lleva a cabo en forma paulatina y se procura no atraer la respuesta de quienes aseguran: ?No es aún el tiempo de que los estudiantes sepan sobre sexo y nunca lo será?.

La gloria de la intimidad

Un contexto de estas campañas de antaño en contra de la educación sexual es el alud de burdeles, hijos ilegítimos, sexualidad extraconyugal, infecciones (la sífilis, la ?flor punitiva?), creencias culposas sobre la masturbación, frigidez femenina como arraigo en la castidad, diluvio de hijos como bendiciones de Lo Alto, pasión sexual calificable de ?humillación del Espíritu?, el priapismo como ambición de los nuevos machos, las autocastigos que ?mediatizan? la urgencia del coito, el agua helada como control del instinto, los avisos variados sobre los suplicios que natura les reserva a los libertinos, la discreción como la muralla del silencio (?esto que te interesa es un secreto de los casados y los niños no deben ser tan preguntones?), la identificación de inmoralidad y deseo, la madurez tardía como meta educativa, la visita guiada de jóvenes a hospitales para observar las penas físicas de la blenorragia y la sífilis, las explicaciones justicieras: ?la concepción en los humanos se realiza exactamente igual que en los vegetales, las aves y los animales mamíferos?.

Esto fue el pasado casi inmediato, señor don Simón.

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