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Cuentas que no salen

Javier Lozano

El lunes pasado estuvo en el noticiario que conduce en Televisa Joaquín López-Dóriga, el presidente Vicente Fox, con motivo de la presentación de su quinto Informe de Gobierno. Como era de suponer, el presidente habló de los logros de su gestión y puso algunos ejemplos prácticos. Concretamente, habló del número de teléfonos en México, como signo de bienestar. Y entonces afirmó, palabras más palabras menos, lo siguiente: “Mientras en el año 2000 teníamos apenas 14 millones de teléfonos en el país, actualmente tenemos 60 millones”. Quiero pensar que Vicente Fox repitió al aire, sin temor alguno, datos que le proporcionaron sus colaboradores. Es lo de menos.

El problema estriba en que esa información, simple y sencillamente, es incorrecta. Veamos. En primer lugar, a finales del año 2000 y con cifras oficiales, el número de teléfonos fijos era de 12.3 millones de aparatos y no de 14, como dijo el presidente. Mientras que, en la actualidad, el número de líneas fijas se ubica en alrededor de 18.5 millones de teléfonos, lejos, por cierto, de la meta del Programa Sectorial para el sexenio que pretende alcanzar 25 líneas por cada 100 habitantes.

Es decir, no eran 14 millones sino 12, en el año 2000; y no son 60 sino 18.5 millones los teléfonos al día de hoy. ¿Qué pudo haber ocurrido con lo dicho por el presidente? Pues seguramente que sus colaboradores lo hicieron confundir peras con manzanas. Y es que si uno suma el número de aparatos fijos con los teléfonos móviles activados, entonces sí llegamos a los 60 millones de líneas. Pero, entonces, lo transparente hubiera sido también sumar, para el año 2000, los teléfonos celulares y las líneas fijas. De haberlo hecho así, se hubieran adicionado 14.07 millones de teléfonos móviles a los 12.3 millones de fijos, para llegar a 27 millones como gran total. Con ello, la comparación hubiera sido de 27 contra 60 y no de 14 contra 60.

En todo caso, la verdad es que el crecimiento de teléfonos celulares, como bien lo dijo mi colega Javier Tejado, se explica por la demanda inercial que viene desde finales de los años noventa y no por una resolución administrativa o regulatoria de las autoridades, pues todos sabemos que el gran detonador de esa industria fue la introducción de la modalidad “El que llama paga”, misma que inició en mayo de 1999. Y como todo esto no será, seguramente, materia de aclaración por parte del vocero de la Presidencia, Rubén Aguilar, aquí lo hacemos.

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