Por viaje de sus padres el niño de mi niña ha tomado posesión de mi casa con una buena dosis de imaginación y talento para romper y destripar lo que le quede a mano.
Mis amigas viven con la fantasía de que sus nietos son pequeños genios, que tienen mentes brillantes porque babean como nunca antes ningún niño lo había hecho.
Yo no soy ninguna ilusa, mis chiquitos son geniecillos de verdad. Juanpa a sus cinco añitos me trae loca con su reciente y exhaustiva investigación sobre la guillotina.
Yo con mi mejor buena voluntad y en plan francamente didáctico, le explico que el aparato consiste en una cuchilla afilada para cortar las cabezas de los malos.
-¿Y cómo saben quiénes son los malos?- Pregunta el chiquillo. Pues son los que hacen cosas como robar o matar.
-¿Y cómo se visten los malos? Pues igual que tú y que yo. ¿Entonces cómo los distinguen? Pues eso es lo malo, que no los distinguimos hasta que hacen sus maldades.
¿Y quién maneja la guillotina para cortar las cabezas? ¿Y qué es un verdugo? ¿Y... ¿Y... ¿Y... El niño no para de preguntar y me vuelvo un poco sádica. No te preocupes, ya no existen las guillotinas ni matan a la gente de uno en uno; ahora mandan bombas y destruyen ciudades con todo y la gente y... -No le hables de semejantes horrores, qué no te das cuenta de que es sólo una criatura.- Me reconviene mi Querubín y yo cambio el tema: -¿Ya te sabes el cuento de Caperucita? Y el obsesivo chiquillo pregunta -¿Tú crees que si le pido una guillotina a Santa Clós me la traerá?-.
Ahí tienes que había una vez una niña llamada Caperucita Roja que fue a ver a su abuelita y se perdió por el bosque y...; todo iba muy bien hasta que llegué a la parte del cuento en que el perverso lobo tocado con el adorable gorrito de encaje de la abuela, le sale a Caperucita con aquello de que “para comerte mejor”... en ese momento “vivillo desde chiquillo” pregunta ¿el lobo tenía la boca y las manos embarradas de sangre de la abuela?- ¡Caray!
Esto junto a mis guerritas es juego de niños, pienso horrorizada y respondo: -para empezar los lobos no tienen boca ni manos y además esto es un cuento y en los cuentos todo es mentira.
-Pues sí, pero te faltó cuando el leñador mata con su hacha al lobo y luego le hace una cesárea para sacarle a la abuela de la panza. -¡¿Qué Qué?!- La verdad es que este niño me rebasa y mi única defensa es anestesiarlo mientras vuelven sus padres, por lo tanto perversamente y toda premeditación, alevosía y ventaja, le ofrezco una platada de palomitas y lo siento frente a la televisión donde permanecerá mirando toda clase de monstruos hasta que regresen sus padres.
Ustedes perdonen esta pueril historia pero cualquier cosa es mejor que seguir hablando de nuestros políticos quienes como decía Ricardo Garibay, son la escala más baja de la humanidad.
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