El tener un taxi en Gómez Palacio y el estar afiliado a los sindicatos Alianza, Frente Obrero, Campesino, Estudiantil y Popular (FOCEP) y de la Central Campesina, Urbana, Democrática y Popular (Ccudepo), no sólo resulta un buen negocio, sino que además -gracias a la visión y entereza que tienen las autoridades estatales para enfrentar y solucionar conflictos- significa motivo de orgullo y gran satisfacción. Tener un taxi en Gómez Palacio es tener poder, más incluso que las autoridades.
Tan simple como que los líderes de los sindicatos aludidos quieren todo, el pastel completo, para que sus agremiados puedan trabajar con total tranquilidad y sin sobresaltos financieros. Eso de pagar refrendos, multas y recargos son ideas extrañas de las autoridades a las que deben someterse todos los ciudadanos, salvo -por supuesto- ellos.
Gracias a su poder de convocatoria y movilización; gracias a que han demostrado una y otra vez que cuando quieren, pueden desquiciar a la ciudad en total impunidad, el Gobierno del Estado no tiene otra opción que doblar las manos ante sus exigencias.
En el oficio DDR/DPC/0314/05 enviado por el subsecretario de Ingresos, Francisco Javier Guevara Morales, con fecha del 31 de marzo del presente año, a la directora de Informática Lucía Gabriela Romero Cota, se detallan las condonaciones y los descuentos que ofrecen las autoridades para atender las exigencias de los sindicatos. Tan simple como que los taxistas consiguieron que el Gobierno del Estado de Durango les condonara al 100 por ciento las multas, recargos de refrendo y ratificación, explotación y replaqueo; también les perdonaron el 100 por ciento de las deudas por no pagar el refrendo de 2001 y años anteriores.
Sin duda, qué maravilla resulta ser taxista en Gómez Palacio.