El cuestionamiento sobre si es aconsejable o no, la presencia de los padres, durante el tratamiento dental se sus hijos, ha sido, y es actualmente, motivo de discusión y controversia entre los odontopediatras, así como también entre los odontólogos de práctica general, dedicados a la atención infantil.
Por un lado tenemos los profesionales que están convencidos, que el separar a los padres del niño durante el tratamiento dental, puede contribuir a un mejor comportamiento del niño, durante el mismo, y su justificación a este criterio se basa en:
A) Que la presencia de los padres, entorpecerá el tratamiento, ya que con frecuencia, éstos, repiten o agregan órdenes a las indicadas por el odontólogo, distrayendo tanto a éste como al niño.
B) El niño no sabe a quién atender, si a los padres o al profesional.
C) El doctor, también divide su atención entre los padres y el paciente.
D) El odontólogo se sentirá más relajado y cómodo sin la presencia de los padres, obteniendo un mejor manejo del paciente.
Como podemos observar estas justificaciones son válidas y entendibles.
Sin embargo, existe también el criterio de otro grupo de profesionales de la odontología infantil, (y vaya sea dicho de paso, es el que nosotros manejamos y llevamos a cabo en nuestra práctica privada), que considera, que la presencia de los padres durante el tratamiento dental, no sólo es importante, sino altamente significativo para darle seguridad, confianza y soporte al paciente, sobre todo en aquéllos que tienen entre los dos y tres años de edad.
Teniendo en cuenta, que cuanto más nerviosa, insegura y tensa es la reacción del padre o de la madre, mayor es el riesgo de que el niño reaccione también de forma ansiosa y negativa, por lo tanto, previamente se le explica a los padres, cuál va a ser su postura y comportamiento dentro del operatorio, durante el tratamiento de su hijo, para poder lograr un confortable y eficiente manejo del niño y una mayor cooperación de éste, durante el procedimiento operatorio.
En la medida que podamos lograr que el padre o la madre muestren seguridad y calma, es casi seguro, que podamos lograr que el niño reaccione en forma similar.
Considero, que independientemente de los dos criterios en cuanto a la presencia o no, de los padres durante un tratamiento dental, lo más importante es, no olvidar, que lo primero es el bienestar de nuestro paciente infantil.
Y bajo esta perspectiva, tratemos, de que toda experiencia odontológica, que brindemos a nuestros niños, sean lo más confortable, motivante y cálida posible.
?Es la prevención, nuestra mayor preocupación?.
¡Hasta la próxima!
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