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Cuidar el agua

Juan de la Borbolla

Llega el estiaje y con él debiera incrementarse en nuestras conciencias y conductas el cuidado en el uso del agua.

Los mexicanos en general excepción hecha de nuestros compatriotas del norte, no hemos desarrollado un sentido racional del uso del agua, el dispendio que hacemos de este líquido indispensable para la vida humana es absurdo.

Imágenes como la mujer que ?barre? la acera de su casa con un chorro de agua con el que va enviando a sus vecinos la basura acumulada enfrente de su hogar, o el varón que se pone a lavar su automóvil con otro no menos abundante chorro de agua y que responden a cualquier insinuación que se les haga respecto de lo irracional de su proceder, con un agresivo: ?y a usted que le importa, total yo pago el agua que consumo?, se convierten en actitudes comunes de quienes acaban pensando que el agua es compuesto sobreabundante; puesto que con sólo abrir la llave de paso, nos llega potabilizada y hasta templada si es que tenemos calentador; cuando que la cruda realidad nos dice que desde el Istmo de Tehuantepec hacia el norte, el agua es recurso poco abundante y a la vez necesarísimo para infinidad de actividades diarias.

Una nueva cultura del agua debiera poner especial énfasis en erradicar las formas de regadío por inundación que se siguen utilizando en muchas regiones de nuestra geografía.

También procuraría solucionar las fugas por descuido o falta de mantenimiento, tanto en los hogares, como en las vías de conducción, dado que constituye otro terrible problema que agudiza la escasez de este compuesto vital y no sólo en la temporada de sequía.

El precio barato del agua ayuda a su despilfarro, a este respecto habría que considerar que el agua más cara es la que no se tiene y en México no es que podamos ufanarnos de contar con abundancia de recursos hidráulicos, además de que su potabilización tampoco es barata.

La ubicación geográfica de México permanecerá siempre en donde está y por lo mismo su dependencia a limitados temporales de lluvia. Otros factores como la inadecuada condición hidrográfica, aunque tengamos variedad orográfica; las altas concentraciones demográficas en lugares con difícil acceso al agua que por ende empiezan a secar fuentes naturales en radios cada vez más amplios, debieran provocar que la cultura del uso racional del agua fuera preocupación permanente del Gobierno Federal, los gobiernos estatales, las legislaturas, los medios de comunicación social, los centros educativos y las familias.

El Gobierno requiere poner todos los esfuerzos en invertir en la construcción de presas y embalses, pero sobre todo y con la ayuda de empresas y organismos sociales, de plantas de tratamiento de aguas residuales de modo que el paso de los pocos ríos que tenemos por en medio de las ciudades y los pueblos no provoque que se conviertan en verdaderos canales de desagüe que afectan a los siguientes pueblos y ciudades del curso del río y fomentan esa incultura existente en el uso del agua.

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