EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- ¡Es un niño!, dijo la piadosa mujer que ayudó en su parto a María de los Ángeles Cervantes Alemán, cuando ésta dio a luz ayer por la mañana, bajo unos pinabetes que están frente a las canchas deportivas del ejido Águila. El bebé pesó dos kilos 800 gramos y como la feliz mamá, está en buen estado de salud.
El acontecimiento que por fortuna no terminó en desgracia, ocurrió a eso de las 09:00 horas en el poblado en mención, cuando María de los Ángeles, de 22 años de edad, se dirigía a la carretera a buscar un taxi que la llevara al Hospital General. Minutos antes, su esposo, Miguel Ángel Soto, se había ido a trabajar y ella se quedó sola. Inesperadamente comenzaron a darle las contracciones de trabajo de parto.
Angustiada por la falta de dinero Sin contar con servicio médico del Seguro Social, sola sin poder recurrir a nadie, la apurada mujer se encamino a la carretera a fin de buscar un taxi que la llevara a una clínica. Alguien le dijo que en el Hospital General se portaban muy bien y que en caso de no tener dinero, de todas formas le ayudaban.
En esto iba pensando cuando de pronto, en los momentos en que estaba frente a las canchas deportivas del ejido, las contracciones se le intensificaron y se volvieron más recurrentes, por lo que sintiendo que su bebé ya quería nacer, un tanto resignada, pero más angustiada, se vio obligada a buscar un lugarcito bajo la sombra de los grandes pinabetes que ahí se encuentran. Como pudo se acomodó y se preparó para recibir a su bebé.
Una vecina que vio los trabajos que pasaba, se acercó para saber qué sucedía y al enterarse se aprestó para asistirla en el inesperado parto, recibiendo en sus brazos a un robusto bebé que luego supo, pesó dos kilos 800 gramos.
Cuando otros habitantes del ejido Águila se enteraron de lo anterior, dieron aviso a la Cruz Roja que llegó en cuestión de minutos y aunque el niño ya había nacido, decidieron trasladar al puesto de socorros al recién nacido y su mamá, con el objeto de verificar que el estado de salud de ambos fuera favorable.
Cuando llegaron a las puertas de la benemérita institución, María de los Ángeles decía a los socorristas y personal médico del lugar, que carecía de recursos para saldar los gastos de su atención médica, pero aun así fue ingresada, pues presumiblemente el patronato absorbería la cuenta que se generara.
Más tranquila al saber que su bebé estaba bien, la afortunada madre informó que le pondría por nombre Manuel Miguel.
