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Daniel Day-Lewis explora a fondo los sentimientos

Agencias

Los Ángeles, california.- Con el rostro cubierto por una densa barba y el pelo largo sobre los hombros, Daniel Day-Lewis apareció junto con su mujer, Rebecca Miller, a la hora establecida para llevar a cabo una entrevista durante su reciente visita a Los Ángeles.

El motivo del encuentro con quien es considerado por muchos especialistas como el mejor actor del cine contemporáneo, fue el estreno en Estados Unidos de The Ballad of Jack and Rose, cinta en la que el artista inglés lleva el papel principal.

Escrita y dirigida por Rebecca Miller, la historia que narra la película tiene como escenario el remoto y solitario lugar en el que viven alejados del mundo civilizado un hombre (que pronto se descubre padece de una enfermedad incurable) y su hija adolescente.

Profundamente emocional y conmovedora, la relación que existe entre ellos pasa por varios momentos críticos, que sirven para poner a prueba qué tan sólidos o frágiles son los sentimientos que los unen.

Según Day-Lewis, de 49 años, en la cinta las relaciones sentimentales que suelen darse entre padre e hija fueron exploradas desde una óptica que pocas veces había sido vista antes en el cine.

“Quienes no entienden la dimensión tan profunda a la que puede llegar el amor en cualquiera de los múltiples niveles que tiene, van a darle una lectura equivocada a nuestra película”, aseguró. “Lo que ocurre en realidad es que Jack cría y educa a Rose con una actitud de total sacrificio. Es por eso que se consagra en cuerpo y alma al compromiso que significa ayudarla a crecer, madurar y encontrar su lugar en la vida”.

“Llevar a cabo semejante tarea no es muy fácil para Jack”, continuó el actor, seguido por la atenta mirada de Miller. “Para poder alcanzar cada uno de esos objetivos, Jack opta por cancelar cualquiera de sus deseos personales durante mucho tiempo, a tal grado que no deja que aparezca en su corazón ningún sentimiento amoroso, con excepción del que lo mantiene unido a Rose. Cuando otra mujer aparece en el horizonte y entra en la vida de Jack, el frágil equilibrio que mantiene ese universo que es su relación con Rose empieza a pasar por una etapa crítica y de consecuencias irreparables”.

“Algunas personas creen que entre Jack y Rose existe una relación incestuosa”, aclara, “pero no es así. Lo único que hay, según mi punto de vista, es una corriente de amor tan avasalladora que desborda cualquier explicación razonable y lógica. Y yo creo que en la descripción y el análisis de ese hecho tan humano está la belleza de The Ballad of Jack and Rose.

Para Day-Lewis, ponerse a las órdenes de su esposa, hija del famoso dramaturgo Arthur Miller, no fue una tarea difícil. Más bien considera que hubo una excelente relación intelectual y creativa durante el tiempo que estuvieron desarrollando el filme, hasta llegar al final del rodaje.

“Rebecca nunca trató de imponerme sus puntos de vista acerca de cómo veía al personaje de Jack”, dijo el actor. “Lo que sí hizo, en todo caso, fue permitirme ir construyendo el carácter de Jack de adentro hacia afuera sin establecerme ningún límite. Lo único que me propuse fue tratar de mantener una absoluta fidelidad hacia su espíritu. No ‘traicionar’ a Jack me permitió representarlo hasta en sus momentos más críticos con toda honestidad. Y yo creo que eso me ayudó a transformarlo en un individuo creíble frente a los ojos del público”.

Reconocido por la enorme capacidad que tiene para “fundirse” materialmente dentro de la piel y el alma de los personajes que acepta interpretar en el cine y el teatro -hecho que han reconocido directores como Martin Scorsese (Gangs of New York), Jim Sheridan (My Lef Foot, In the Name of the Father, The Boxer) y Michael Mann (The Last of the Mohicans)-, Day-Lewis considera que el argumento de una película es siempre el punto de partida que utiliza para ir construyendo su nuevo rol. “El resto es producto de la disciplina, el estudio y la experiencia”.

“Todo mi trabajo parte primero de un análisis que hago de la historia y el lugar que voy a ocupar en ella”, explicó. “Si existe una adecuada coherencia entre ambos elementos, entonces todo se vuelve más fácil para mí, porque de esa forma puedo encauzar la energía que tengo hacia el punto en el que convergen la estructura psicológica y las emociones que debe proyectar, desde la pantalla hacia el público, el ser humano que estoy interpretando”.

Day-Lewis dijo que siempre ha creído que la actuación tiene un elemento adictivo. De esa necesidad proviene en gran parte la actitud perfeccionista que ha desarrollado en términos artísticos a lo largo de toda su carrera.

“El único compromiso que tengo cuando filmo una película es satisfacer plenamente la integridad de mi personaje. Y no me importa si para poder lograr ese objetivo debo invertir parte de mi propia vida. Así lo hice al principio de mi carrera y así lo seguiré haciendo siempre”, señaló el actor antes de despedirse y partir tomado de la mano de Rebecca Miller.

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