Lo conocimos una mañana de febrero en una esquina del mercado Juárez.
Y siempre lo recordaremos.
Poco tiempo estuvo a nuestro lado pero en casa no lo olvidaremos.
?Ami? era un gorrión libre como el viento.
No gustaba de las jaulas, nos decía quien nos lo vendió.
Altivo y orgulloso estaba ese día en el hombro de quien lo ofrecía en venta.
Nos llamó la atención y lo compramos.
Llegamos a casa y fue la novedad y la sensación, porque era un pajarito que no necesitaba jaula.
Salía al patio y a la calle, se posaba en los árboles y dormía en el interior de nuestro domicilio, donde más le placía.
A nada temía y fue una compañía única y alegre, difícil de volver a encontrar.
Llegaban visitas y se quedaban asombradas con el nuevo inquilino.
Recordábamos que quien nos lo vendió nos dijo que ni siquiera lo había educado, que un día se le olvidó cerrar la jaula y que ?Ami? salió, voló por los alrededores y volvió a su prisión.
Lo bautizamos como ?Amigo?, pero después todos le decíamos ?Ami?, dentro de esta costumbre de abreviar nombres haciéndolos más fáciles de pronunciar y más sentidos.
Por ese entonces se ofrecían en esta casa cursos de superación y de relaciones públicas y decidimos presentar a ?Ami? como el mejor ejemplo de lo que es la libertad y el buen trato.
Lo subimos a nuestro vehículo y se le notaba feliz.
De pronto, de una calle surgió un automovilista imprudente que no respetó un alto y se fue sobre nosotros. Frenamos bruscamente y ?Ami? se golpeó contra el parabrisa. Quedó lesionado y tuvimos que regresar a casa con él. Ya no fue el mismo porque seguramente los golpes fueron severos y aunque lo atendimos, un día quedó inmóvil para siempre.
Fue por este tiempo, que es el mes del amor y la amistad cuando conocimos a ?Ami?, quien vivió con nosotros por corto tiempo, y fue una persona imprudente la que ocasionó el accidente que le costó la vida a un amiguito que tuvimos.