Un mundo distinto, lleno de ilusiones y de sueños.
Seres vestidos de esperanza y de promesas.
Ojitos curiosos que todo lo ven con gran asombro y mucha alegría.
Por eso cuando lloran nos sobrecogen el alma y nos llenan de tristeza.
Pequeñitos indefensos, sujetos a nuestra protección y nuestros cuidados.
Manitas que se extienden buscando a quién los apoye para dar sus primeros pasos.
Los mejores alumnos que todo lo quieren saber, más allá de lo que les podamos enseñar.
¿En un mundo tan inestable, cuál será su futuro?
Ellos parecen intuirlo todo. Estos tiempos difíciles, de carencias, no les son ajenos.
Pero parecen entenderlo todo y recargando su cabecita en nuestro hombro parecen darnos fuerzas, ánimos, valor, entereza para seguir adelante.
Y hay quienes los abandonan.
No tienen perdón, porque dejar desamparado a un niño no sólo es grave sino terrible.
Hoy, la casa no está muy ordenada, los juguetes andan por todas partes. Se recogen, se guardan y pronto vuelven a tomar piso.
Y hay risas, como gozando las diabluras, porque quizá ellos piensan que necesitamos reír un poco.
Qué hermoso es ver crecer a los niños, velar sus sueños, gozar sus primeras gracias, cuidar sus primeros pasos, escuchar su propio vocabulario cambiando las palabras, mas no los deseos.
Abril es el mes de los niños, pero también los otros once. Todos los días del año son hermosos para gozar estos pequeñines que hoy juegan con carritos y muñecas, mañana entrarán en la cruda realidad.
