En la vida que le tocó, todo le llegó temprano.
Muy pronto, cuando apenas tenía dos años de vida quedó huérfana de madre, a merced de otras gentes que quizá no la supieron arropar bien por las noches ni enjugar sus lágrimas de niña.
Apenas cumplía los quince años de edad cuando llegamos nosotros a su lado. Dicen que era casi una niña que arrullaba con amor a su primogénito.
Pronto supo de carencias y sufrimientos ante la indiferencia de otros que voltearon sus ojos hacia otra parte.
Y pronto, cuando la vida apenas está en pleno florecimiento para muchos, se fue, dejándonos sumidos en la tristeza y las añoranzas.
Fue un diez de mayo, hace de esto veinticinco años cuando la vimos con vida por última vez.
Ese día fuimos al pueblo cercano todos los que cabíamos en nuestro carrito. Mamá era la más alegre, cantaba aquellas canciones que aprendió de niña en la escuela. Quería alegrarnos la fecha como siempre trataba de hacerlo cuando la visitábamos.
Ya tarde, cuando nos despedimos, estaba en la puerta de la casa agitando alegre su mano, diciéndonos el adiós que sería para siempre. ¡Quién lo iba a pensar!
Se le veía tan contenta, tan entusiasta.
Muchas cosas han pasado desde entonces. El mundo siguió cambiando y vinieron días buenos y otros tristes.
Todo lo que pronosticó se ha cumplido.
Tratamos de seguir al pie de la letra sus enseñanzas, con un gran amor y un gran cuidado por todo lo que dejó.
Heredamos de ella el gusto por cultivar plantas que dan flores. Cuando un rosal asoma sus pétalos y despide sus aromas nos parece que está cerca, lo mismo cuando las azucenas de Semana Santa nos regalan sus flores, o las eternas bugambilias que tanto le hubiera gustado cuidar.
Se fue sólo su presencia física porque su mirada, sus risas, sus cantos, su optimismo, su respeto y cariño al prójimo se quedaron con nosotros por siempre y hoy viven con mayor intensidad.
Muchas veces, estando en soledad, la hemos sentido muy cerca. El viento mismo parece traernos sus palabras y su buena voz cantando cosas de la niñez.
Mamá, acá todos seguimos extrañándola y esperando un día estar nuevamente a su lado.