Nuestras maravillas
Vivimos en una región privilegiada que no disfrutamos del todo.
El otro día, hacíamos un recuento de las cosas incomparables que tenemos tan cerca.
Por ejemplo hablábamos de nuestros atardeceres, sobre todo los del verano, que son únicos.
Nos regala el Señor una de sus obras preferidas al atardecer, con un cielo que se va tornando de colores y que en algunos puntos tiene su escenario preferido.
Uno de ellos lo hemos presenciado muchas veces viniendo del norte, cuando vamos pasando por ese lugar conocido como El Dorado.
Lo bautizaron así precisamente porque el cielo está de un dorado inimitable.
A los atardeceres podemos agregar muchos lugares cercanos que ahí están, esperando que los visitemos.
Como el Puente de Ojuela, tan cerca de Mapimí, y que cautiva a propios y extraños. Ha servido incluso como escenario de películas y tiene mil historias que hay que conocer, sobre todo de esa época en la que fue un sitio de trabajo a la vez que de descanso, con sus casas adornadas con jardines, su placita romántica y su tren.
Un poco más al poniente están las famosas Grutas de Rosario que alguna vez dio a conocer El Siglo en un reportaje especial, pidiendo protección para el sitio, un camino más accesible y escaleras y medidas de seguridad ya dentro del lugar.
Cerca de ahí encontramos una cascada arriba de una pequeña sierra.
Junto a la población de Dinamita está el Cañón de las Bolas, donde gigantescas piedras, algunas sobrepuestas, adoptan formas diversas, como dejando a la imaginación su interpretación.
Ahí hay que estar de madrugada escuchando el canto de la gran variedad de aves que tienen su morada en este sitio increíble.
Éstos son apenas unos cuantos sitios de privilegio y que los tenemos tan cerca de nosotros.
