Muchos por estos días se quiebran la cabeza pensando qué regalar a sus seres queridos.
¿El mejor regalo será acaso el más caro?
¿Deberá ser superior en precio al regalado anteriormente?
¿O será cualquier cosa para salir del compromiso?
Y es que en este mundo tan mercantilizado, hasta los regalos se han convertido en gran problema.
Y curiosamente son pocos los que buscan regalar cosas realmente útiles, que sean de provecho.
El mejor regalo, el más apreciado, es el que forma parte de un sentimiento sincero de afecto o cariño, sin importar el precio.
Un detallito, dado con el corazón, es mucho más apreciado que un objeto entregado con la frialdad e impersonalidad del que lo dio.
Ojalá hubiera un juguete, aún pequeño, para cada niño de este planeta, algo que motivara sus sueños y su imaginación.
En los pequeñines de nuestra familia y nuestra comunidad es en quien debemos de pensar, para regalarles cuando menos una bolsita de dulces.
Tenemos amigos que por estas fechas, sin hacer ruido, sin buscar reflectores ni micrófonos se van a las colonias apartadas con bolsas de dulces y juguetes, los que entregan a niños que ni siquiera conocen.
Los tiempos difíciles han vuelto a aparecer para muchos mexicanos, así que no hay que tirar hoy un dinero que mañana podría hacer falta en nuestras necesidades.
Nuestros seres queridos, más que regalos necesitan de nuestro cariño sincero y completo cada día de la existencia, ésa es la mejor manera de demostrarles que estamos, en las buenas y en las malas a su lado, y esto no sólo en épocas navideñas, sino todos los días de todos los años, mientras estemos en este valle.
El mejor regalo no está en alguna tienda, sino en su corazón.
Es muy cierta la frase que todo mundo repite hoy. Regale afecto, cariño, no lo compre.