Un hombre destinado a grandes empresas.
Personaje importante en el desarrollo industrial de esta Comarca.
Y un destacado impulsor de la reforestación en estos parajes semidesérticos.
Eso y mucho más fue el señor Arturo Rodríguez Meléndez, quien dejara este valle en el atardecer del pasado lunes 19 de septiembre, a la misma hora que a él le gustaba disfrutar de los paisajes de la naturaleza, ahí frente a la presa Francisco Zarco, un lugar convertido por él y otros laguneros en un verdadero paraíso.
Desde niño fue un visionario. Cerca de esta casa había unos talleres donde con menos de ocho años de edad ya era aprendiz. Iba a la Escuela del Centenario y luego a su trabajo, en uno y otro sitio iba aprendiendo con especial talento que lo convertirían en líder y en innovador de infinidad de actividades.
De ser el último empleado llegó a ser el mejor jefe y después en propietario de otras empresas que lo llevaron a pugnar por la creación de la Ciudad Industrial de Torreón al lado de otros personajes comarcanos.
Iniciaba los días caminando, para respirar el aire puro del amanecer y temprano, antes que ninguno, llegaba a su fábrica para trabajar sin descansos ni treguas.
Mas como él mismo decía, sabía revolverle. Disfrutaba los descansos plantando árboles o transformando secciones del desierto incluso viajando.
Así, un día se unió y fue el líder de los que hicieron de las riveras de la presa Las Tórtolas un paraíso, colaborando en la creación del club de pesca Las Pirañas hoy tan famoso en la Comarca por ser un lugar bien diseñado y mejor atendido.
A la Ciudad Industrial de Torreón la dotó de un gran parque, con muchos árboles cuyos frutos entregaba año con año a instituciones de beneficencia, y ahí mismo colocó una gran estatua donada por él, representando a un herrero, forjador del progreso de toda una Comarca.
En dicha ciudad industrial, él y Jorge Duéñez Zurita colocaron hace poco una placa con una breve leyenda, haciendo mención a la transformación que sufrieron los surcos para dar paso a las naves industriales.
Un día los médicos le enteraron que su salud no era ya completa, pero él siguió adelante, trabajando hasta el último día, luchando por darle un gran ejemplo de trabajo y esfuerzo a sus hijos y sus muchos nietos, diciéndoles con su ejemplo de todos los días, que la unidad y el trabajo todo lo vencen, y como pidiéndoles que eso nunca lo olvidaran.
Muchos que fuimos sus amigos, que lo acompañamos en sus empresas y en sus días de descanso en la presa o en el campo ahí estuvimos en su despedida.
Lo recordaremos siempre porque fue un lagunero fuera de serie, un hombre de progreso y de empuje, mirando siempre de frente y al frente. Y no morirá del todo porque dejó muchas obras que hablarán de su paso por este mundo.