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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Armando Camorra

En el avión que los llevaba de regreso a casa el flamante recién casado le pregunta con ilusión a su esposita: "Mi vida: ¿te gustó nuestra luna de miel?". Responde la muchacha: "Me pareció demasiado pequeña". "Pero, cielo mío -se extraña el joven marido-. ¡Si duró casi 20 días!". Contesta ella: "No me refiero a eso"... (No le entendí)... Rosilita, equivalente femenino de Pepito, se fue a confesar. Le dice al padre Arsilio: "Me acuso, padre, de que soy muy hombreriega". "¡Hijita!" -se asombra el buen sacerdote-. Hay hombres mujeriegos, pero ¿hombreriega tú, a tu edad?". "Sí -explica Rosilita-. A todo lo que me dicen mis papás me encojo de hombros"... Don Senilio se sentía muy débil. Fue con un médico, y éste le dijo que su estado de extenuación era tan grande que en cualquier momento podía caer al caminar. Escribió una receta, y le pidió al paciente que regresara a verlo después de una semana. Cuando volvió el añoso señor se veía más agotado aún. Le dijo al especialista con feble voz que casi no se podía oír: "Doctor, esas mulatas me están matando". "¿Cuáles mulatas?" -pregunta el médico sin entender. Responde don Senilio: "Usted me puso en la receta que me consiguiera un par de mulatas". "¡Muletas, señor, muletas!" -exclama el facultativo... Hotilia, mujer soltera, ya era madre de cinco hijos, todos de diferente padre. Los suyos la llevaron con un psicólogo a fin de conocer la causa de aquella prolífica costumbre. Después de interrogar a la muchacha el analista les dice a los papás: "El problema de su hija está en las rodillas". "¿En las rodillas" -se desconcierta el padre de Hotilia. "Sí -confirma el psicólogo-. No puede mantenerlas juntas"... Recuerdo con afecto al señor licenciado Antonio Guerra y Castellanos, maestro de Derecho Procesal Civil en la antigua y querida Escuela de Leyes de mi natal Saltillo. Cuando un alumno suyo hacía cualquier afirmación acerca del procedimiento, aquel sabio jurista le pedía de inmediato con expresión perentoria: "¡Fundamento!". Toda actuación jurídica, en efecto, debe tener una base de legalidad, so riesgo de provocar la nulidad del acto, y aun su inexistencia. Por eso es grave el error en que incurrió nada menos que el pleno de la Suprema Corte al invocar como base de uno de sus acuerdos un código que ni siquiera existe. Esa equivocación, es cierto, puede tener su origen en un simple lapsus cálami o error de redacción, pero demuestra falta de cuidado en la formulación de un acuerdo de suma trascendencia, como es el que sirvió para admitir la controversia constitucional que fincó el titular del Poder Ejecutivo contra el Presupuesto aprobado por la Cámara de Diputados para el 2005. Al mejor cocinero, afirma la sentencia popular, se le va un tomate entero. Pero quienes integran el máximo tribunal de la Nación, y sus colaboradores, deben mostrar más atención y esmero en los asuntos de su cargo, a fin de no hacer vulnerable una institución en cuyas manos puede quedar la estabilidad de la República... Estas últimas palabras me provocaron un estremecimiento que me bajó por la columna vertebral, desde el axis hasta el coccix. Lo sedaré con algunos cuentecillos... La cuesta de enero es dura para todos. Alguien llamó por teléfono a Santa Claus y le preguntó: "¿Cómo está Rodolfo el Reno?". Contestó Santa: "Delicioso"... Narraba un señor: "Nuestra familia era muy pobre. Todos los días pasaba el camión de la basura, y el encargado nos preguntaba: "¿Cuánta les dejo hoy?"... El muchacho y la muchacha se fueron a la cama. Ella apagó la luz. Pregunta él: "¿Estás ahorrando energía?". "No -responde la chica-. Me dispongo a gastar toda la que tengo"... FIN.

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