En qué se parecen el Viagra y Disneylandia? Hay que esperar dos horas para una diversión que dura tres minutos... Termina el trance de amor. El galán, muy orgulloso de sí mismo, le pregunta a su compañera: "La forma en que hice el acto ¿no te hace desear otro?". "Sí -responde ella-. Pero ahora no está en la ciudad"... Don Cornífero vivía sus últimos instantes. Con débil voz se dirige a su mujer: "Hay una pregunta que siempre he querido hacerte -le dice. De los nueve hijos que tenemos el menor, Pilonito, es diferente a todos los demás; no se parece a ellos. Dime con la sinceridad que ha de tenerse en presencia de la muerte: ¿es hijo de padre diferente?". Responde ella con expresivo laconismo: "Sí". "¡Santo Dios! -profiere el moribundo-. Ya me lo sospechaba yo. Ahora dime: ¿quién es su padre?". Contesta la señora con laconismo igual: "Tú"... El padre Arsilio celebraba una misa de bodas. Le pregunta al novio: "¿Prometes amar a esta mujer hasta el fin de tus días, serle fiel, estar a su lado en la salud y en la enfermedad...". "Por favor, padre -lo interrumpe la muchacha-. No me lo desanime"... La señorita Peripalda, catequista, les pregunta a los niños: "¿Por qué el Niño Jesús nació en Belén?". Responde Pepito: "Ahí estaba su mamá"... El jefe de personal le pide al que solicitaba empleo: "Su nombre, por favor". Contesta el tipo: "Pepepedro Pepepérez". Inquiere el funcionario: "¿Es usted tartamudo?". "No -replica el otro- El tartamudo era mi papá. Y el que hizo mi acta de nacimiento era un hijo de la tiznada"... Un ministro protestante, un rabino judío y un sacerdote católico hablaban de la forma en que distribuían las ofrendas en dinero que aportaban los asistentes a sus servicios religiosos. Dice el pastor evangélico: "Yo guardo los billetes para mí y tiro al aire las monedas. Las que caen cara son para la iglesia; las que caen cruz son para mí". Dice el rabino judío: "Yo también tomo los billetes, e igualmente arrojo al aire las monedas. Las que quedan en equilibrio sobre el canto son para el servicio de la sinagoga; las que caen de plano me las quedo yo". Dice el curita católico: "Creo que ustedes dos abusan, y no cumplen cabalmente la voluntad de Dios. Yo le digo: 'Señor, tú sabes cuáles son mis necesidades, y cuáles son las necesidades de tu iglesia. Voy a tirar al aire estos billetes y estas monedas. Tú toma lo que necesites para tu santo servicio, y lo que dejes caer lo tomaré yo para mí'". Las iglesias y asociaciones religiosas de cualquier naturaleza son instituciones humanas que viven en el mundo. Necesitan por tanto del dinero, aunque a veces hablen mal de él. Cosa muy diferente, sin embargo, es cuando se aprovecha el sufrimiento de la gente para obtener de ella ilícito provecho. Todo indica que en ese caso está la llamada "Iglesia Universal del Reino de Dios", que usa el eslogan "Pare de sufrir" como anuncio para atraer personas a quienes pide dinero como medio para obtener favores sobrenaturales. Los pastores de esa agrupación redondean el negocio vendiendo falsas reliquias: ofrecen trozos del manto sagrado y piedras obtenidas de la tumba de Jesús. Con esto se configuran delitos que ya sea de oficio o a petición de parte se deben perseguir. No es posible permitir el enriquecimiento ilegítimo de quienes se aprovechan de la notoria ignorancia de sus víctimas para expoliarlas en forma tan burda y ruin. Es gran pecado convertir el nombre de Dios en mercancía que se vende. Toca a la autoridad civil determinar si en este caso junto a ese pecado hay un delito... FIN.