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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Armando Camorra

Don Bachicho, señor octogenario y rico, casó con Nalgarina Granderriére, vedette de moda. Un compadre del senil y dineroso caballero le preguntó asombrado: "¿Cómo hiciste para que esa muchacha tan joven accediera a casarse contigo? ¡Ya tienes 80 años!". Responde muy contento don Bachicho: "Le dije que tengo 90"... La mamá de Pepito poseía un busto turgente, exuberante, prominente, adelantado, ubérrimo, saliente y destacado. En la comida el papá de Pepito le quiso enseñar a su hijo buenos modales. Le dijo que no debía poner los codos sobre la mesa. Quién sabe qué respuesta le daría Pepito; el caso es que el señor le contestó: "No me importa qué ponga tu mamá sobre la mesa. Tú no debes poner los codos"... Llega la niñita a su casa y les dice a sus padres: "En la clase de Biología vimos hoy lo relativo a la reproducción humana. Y si siguen creyendo en eso de las abejitas y las florecitas se van a llevar una sorpresa"... Yo creo que algunos perredistas se están pasando de la raya, y además hacen el ridículo, cuando ponen el grito en el cielo, en la tierra y en todo lugar porque en alguna reunión privada la señora Sahagún de Fox dijo que a su juicio la lucha por la Presidencia en el 2006 se dará entre el PRI y el PAN. Lo mismo podría decir doña Marta en forma pública sin que nadie tenga derecho a condenar su dicho. Es su opinión, y punto. No pretendan los señores y señoras del PRD instaurar una especie de censura que coartaría la libertad que todos tienen de manifestar su pensamiento sin más limitaciones que las que expresamente señala la legislación vigente. Tienen la sensibilidad a flor de piel los perredistas; ya se parecen todos a López Obrador, que no quiere que se le toque ni con el pétalo de una risa... Doña Macalota cantaba con voz que parecía miar de gato. (NOTA: Miar: maullar). Cuando la robusta señora ensayaba trozos operísticos su marido se salía a la calle para que los vecinos no fueran a pensar que la estaba golpeando. Un día doña Macalota fue invitada a cantar en la merienda semanal del Club de Jardinería "Hierba Damiana" (Turnera diffusa). Escogió la cantatriz dos piezas de su repertorio: el aria "I dreamt that I dwelt in marble halls", de la ópera "La gitana" de Balfe, y la canción "Amor perdido", de Pedro Flores. Una vez hecha la selección se aplicó a buscar quién la acompañara al piano. Le preguntó a su esposo: "Voy a cantar en público mañana. ¿Quién me recomiendas que me acompañe?". Contesta el buen señor: "Un guardaespaldas"... Libidiano Pitonier era hombre casado, pero el vínculo matrimonial no le quitó los rijos de verraco, y siguió siendo salaz y mujeriego. Tenía una amiguita, y un día la muchacha le salió con la novedad de que estaba ligeramente embarazada. "¡Recórcholis! -exclamó Libidiano, que solía leer novelas de Agatha Christie en traducciones españolas-. ¿Qué no usabas protección?". "¡Claro que sí! -responde gemebunda la muchacha-. ¡Siempre ponía mi patita de conejo abajo de la almohada!". Le dice Libidiano: "No puedes tener aquí al bebé. Te daré para que vayas a Italia. Cuando el niño esté por nacer envíame un correo, y yo te mandaré dinero para el parto y lo demás". Pregunta la muchacha: "Pero ¿cómo haré para que tu esposa no se entere de lo que pasa leyendo ese correo?". Sugiere Libidiano: "Escribe nada más: ?Espagueti?. Yo sabré que el bebé ha nacido ya, y te enviaré el dinero". Pasaron varios meses, y un día la esposa de Libidiano le dice muy intrigada: "Hay en tu correo un mensaje muy extraño proveniente de Italia. Dice: ?Espagueti, espagueti, espagueti. Dos con salchicha y albondiguitas; el otro sin"... FIN.

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