Llorosa, tribulada, contrita, apesarada y compungida, Susiflor, muchacha célibe, comunicó a sus padres que estaba un poquitito embarazada. "¡Cómo!" -exclama desolada su mamá. Dice el papá de la muchacha: "El cómo ya lo sabemos. Lo que hay que preguntarle es de quién"... El niñito le comunica a su papá: "Papi, en la escuela los niños me dicen ?El Judicial?". "¿Por qué?" -se preocupa el señor. Responde el mocosillo: "¡A callar, imbécil! ¡Aquí las preguntas las hago yo!"... Tiene razón mi Iglesia, la católica, cuando afirma que la abstinencia total es la mejor manera de evitar el sida y los embarazos no deseados. También caminar por el aire es la mejor manera de evitar tropiezos con las piedras y baches del camino. El problema está en que no es posible ese ambular aéreo. Imposible es también pedir continencia a millones y millones de seres humanos, sobre todo los que viven en regiones del planeta como algunas del África, Asia y América Latina. En ese contexto el uso del condón es necesario, y aun deseable. Cumplen con su función, por tanto, los gobiernos que lo promueven y distribuyen entre la población. ¿Que el condón no tiene un cien por ciento de eficacia? Ningún artefacto hecho por el hombre alcanza esa perfección. Pero aun si sólo sirviera en porcentaje mínimo, eso ya serviría para salvar innumerables vidas, lo cual bastaría para justificar su aplicación. El sexo, por otra parte, no sólo sirve a los fines de la procreación. Es necesario también para sedar la natural concupiscencia y para fortalecer la unión de los esposos en el caso de los matrimonios. El del sexo es un instinto natural que de una manera u otra debe satisfacerse. Por eso llama la atención el hecho de que la Iglesia prohíba el condón y al mismo tiempo difunda el método del ritmo como medio para evitar el embarazo. Si no admite el condón tampoco debería admitir el calendario, pues también éste sirve para burlar a la naturaleza -según la concepción católica- en cuanto a la perpetuación de la especie. Le lloverán condenas al obispo Arizmendi por decir que en todo caso el condón es un mal menor. Afirmar eso es demasía a los ojos de la rígida ortodoxia mantenida por el actual Pontífice. Sin embargo lo dicho por ese obispo está puesto en razón, y cuadra con una innegable realidad. Ya cambiará la Iglesia su inflexible posición acerca de esto. En otros asuntos humanos la ha cambiado. Mientras tanto, por encima de una tesis moral muy discutible está el inmenso valor de la vida, que la Iglesia defiende rectamente en el caso del aborto. En nombre de esa vida amenazada debería también tolerar al menos el uso de esa invención humana, el condón, que -como los lentes que usamos para ver mejor- sirve para evitar males mayores... El camellito le pregunta a su padre: "Papi ¿por qué los camellos tenemos esta gran joroba?". Responde papá camello: "Para almacenar agua y no morir de sed en el desierto". "¿Y por qué -inquiere el camellito- tenemos estas pestañas tan largas?". Explica el genitor: "Para evitar que la arena del desierto se meta en nuestros ojos y nos impida ver". "¿Y por qué -vuelve a preguntar el pequeño camello- tenemos tan anchos los cascos de nuestras patas?". Replica el camello: "Para poder caminar sin hundirnos en la arena del desierto". "Todo eso está muy bien -dice entonces el camellito-. Pero entonces ¿qué chingaos estamos haciendo en el zoológico de Chapultepec?"... Termino recordando el caso de aquel hombre que resultó con golpes cuando luchó por el honor de una mujer. Parece que ella quería conservarlo... FIN.