Se iban a casar una viuda y un viudo, los dos ya de considerable edad. En cuestiones de sexo ella era más bien indiferente, y le preocupó que su nuevo marido, aunque provecto, fuera a abrigar intenciones de carnalidad. Así, le advirtió paladinamente, o sea con toda claridad: "Quiero que sepas, Veterino, que haremos el amor dos veces en el año: el día de mi cumpleaños y el del tuyo". "¡Caramba, linda! -responde consternado el senecto señor-. ¡No sabía que eres ninfómana!"... Pitorro Popochas vio en la tele una película. En ella el seductor galán le dice a la muchacha: "Vamos a mi departamento, guapa. Tengo ahí una botella de champaña, el último disco de Elton John y luz tenue y romántica". Aquello le gustó a Pitorro. Esa noche conoció a una chica, y le dijo: "Vamos a mi cantón, morrita. Tengo ahí un six de cheves, el último disco de Los Traileros Vallenatos y dos focos fundidos"... Eran dos hermanas gemelas, y una de ellas se casaba ese día. "Estoy muy nerviosa -le dice a su gemela-. Las piernas me tiemblan". "Es natural -le dice la otra-. También tú y yo temblaríamos si nos fueran a separar"... Llega un argentino a una farmacia y le pide al dependiente: "Dame 20 condones, che pibe". El dependiente los cuenta y le dice al porteño: "Lo siento, señor: sólo le completé 18". "¡Che maula! -protesta el argentino-. ¡Por tu culpa se van a quedar con las ganas dos de las veinte pebetas que voy a ver hoy en la noche!"... Le pregunta el juez al demandante: "¿Por qué quiere usted divorciarse de su esposa?". Responde el individuo: "Porque todas las noches me cuenta un cuento". "Esa no es causa para anular el matrimonio -indica el juzgador-. ¿Qué clase de cuentos son los que su esposa le cuenta?". Responde el tipo: "Son dos: ?Me duele la cabeza? y ?Estoy en esos días?"... Había en cierto hotel una convención de ministros religiosos, y a la hora de la comida el chef se preocupó, pues por equivocación les sirvieron un postre de rebanadas de sandía rociadas con abundante vodka, postre que estaba destinado a otro grupo. Temeroso de que los pastores presentaran una queja por aquel postre alcoholizado, el chef le preguntó al capitán de meseros: "¿Qué dijeron los reverendos acerca del postre?". "Nada -responde el capitán-. Todos estaban muy ocupados juntando las semillas de la sandía y echándoselas en los bolsillos"... Tetonia, muchacha de busto abundantísimo, consolaba a su amiga Planicia, que en cuestión de atributos pectorales era tábula rasa. "Míralo por el lado bueno -le dice-. Tú puedes tocar la guitarra, y yo no"... Un perro mordió a una señora, y ésta le exigió al dueño del animal que le diera para pagar los gastos médicos. El tipo se negó, y la mujer lo amenazó diciéndole que iba a poner las cosas en conocimiento de su yerno, que era boxeador. En efecto, poco después llegó el rudo individuo. Temeroso, el hombre le dice: "Soy el dueño del perro que mordió a su suegra. ¿Le parecen bien mil pesos?". "Bueno -acepta el otro-. Pero permítame pagarle en abonos semanales"... Afrodisio convenció a la casta y honesta Dulcilí de que le diera su más preciada gala: el impoluto lábaro de su doncellez. "Pero tengo miedo -dice la cándida muchacha-. Nunca he hecho esto, y le temo al dolor". "No te preocupes -la tranquiliza el labioso mancebo-. Si cuando estemos haciendo el amor sientes que te duele, haz el ruido de algún animal. Si, por el contrario, te gusta, canta una canción". Empezó el trance, y comenzó Dulcilí a hacer: "¡Gua!... ¡Gua!". A pesar de eso Afrodisio no suspendió la acción. Y entonces hace Dulcilí: "¡Gua!... ¡Gua!... ¡Guantanamera, guajira guantanamera!"... FIN.