El labioso galán y la cándida muchacha estaban ya en el lecho donde se refocilarían. Se hallaban nudos los dos, coritos, quiero decir sin ropa, desvestidos. Tiende él los brazos para acercar al objeto de su lúbrica pasión, pero la chica lo detiene. "Primero dime cómo te llamas -le pide-. Mi mamá me tiene prohibido tratar con extraños"... El señor vuelve de la anestesia en la cama del hospital donde lo habían operado. Le dice una enfermera: "Esté tranquilo. La operación salió muy bien y pronto será usted dado de alta". Le dice al señor un hombre que ocupaba la cama vecina: "Tuvo usted suerte. A mí me operaron la semana pasada y me dejaron dentro un bisturí. Tuvieron que operarme otra vez para sacarlo". Otro ocupante de la habitación le dice: "A mí me fue igual: me dejaron dentro una esponja. Hubo la necesidad de intervenirme nuevamente para extraerla". En ese momento entra el cirujano que había operado al primer señor y le pregunta a la enfermera: "¿Por casualidad no vio dónde dejé mi sombrero?". Al oír eso el señor se desmayó... Meñico fue al baño de vapor y vio ahí a un sujeto que a más de poderosos músculos mostraba en la zona de la bragadura haber sido dotado con prodigalidad espléndida por la Naturaleza. Meñico, en cambio, presentaba en ese rubro el equivalente a un cinco de canela, y mal despachado. Sin poderse contener Meñico va con el lacertoso tipo y sin envidia alguna lo felicita cordialmente. Le dice: "Mire nomás, amigo, qué bien le fue a usted en el reparto de entrepierna, y en cambio yo por poco no alcanzo nada". El sujeto lo mira y le pregunta: "Dígame una cosa: ¿le funciona bien?". "Sin fallar nunca -responde con ufanía Meñico-. Jamás me ha hecho quedar mal". Al oír eso el hombre exclama suplicante: "¡Se la cambio!". (En su noche de bodas Meñico dejó caer la bata que lo cubría, ante lo cual su flamante mujercita se echó a llorar desconsoladamente. "No me hagas caso, Meñico -le dice ella-. Bien sabes que a mí cualquier insignificancia me hace soltar el llanto")... Ya pasa de rojo el negro historial del Niño Verde. A sus trapacerías publicadas se añaden otras nuevas, como ésa de amenazar a la autoridad electoral si cede a su pretensión de que le autoricen estatutos amañados y hechos a su medida para poder manejar a su antojo ése que los mercaderes disfrazados de ecologistas llaman "partido", y que es en verdad un burdo negocio de familia que cuesta mucho a México y nada aporta en bien de la vida nacional. La ley ha de ser justa, sí, pero no regalona. Tarde o temprano deberá hacerse una legislación electoral tendiente a evitar que México, país pobre, tenga partidos políticos ricos. Y no digo más, porque ya estoy muy encaboronado... Babalucas era coach de un equipo de basquetbol. En medio de un partido el árbitro lo llama y le dice: "¿Qué significa esto? ¡Ya tiene usted 28 jugadores en la cancha!". Replica el tonto roque: "Usted tiene la culpa. Cada rato está diciendo: ?Falta personal, falta personal?. Lo que hice fue meter más"... El agente viajero llegó a una granja, y en ausencia del granjero fue atendido por su hija, una atractiva mozallona en flor de edad y de muy buenas carnes. Paseaban por las afueras de la granja cuando vieron a un gallo y una gallina que hacen lo que las gallinas y los gallos suelen hacer con tremenda alharaca y gran estrépito. En esa acción halló el viajero propicia coyuntura para insinuar sus intenciones, y dijo con sugestivo acento a la muchacha: "¡Cómo me gustaría hacer lo mismo!". Responde ella: "Tendrá que aguantarse las ganas. Esa gallina no es nuestra"... FIN.