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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Armando Camorra

Don Poseidón, granjero acomodado, tenía un hijo adolescente llamado Nemorino. Juzgó el viejo que su retoño había llegado ya a la edad en que deben saberse ciertas cosas. Había oído hablar de cierta señora especializada, a la manera de la legendaria madama americana Polly Adler, autora del delicioso libro "Una casa no es un hogar", en iniciar en los misterios del sexo a jovencitos que por primera vez ejercitaban su varonía. Doña Mentoria -tal era el nombre de la señora que le recomendaron a don Poseidón- disfrazaba su actividad fingiendo ser manicurista, y en la parte posterior de su estableci-miento impartía sus sabias enseñanzas. Llevó pues el rústico señor a su hijo, y lo dejó en manos y en todo lo demás de aquella sabia mujer. Cumplió bien su función la preceptora, y dio al asustado Nemorino su primera lección en el amor sensual. Como don Poseidón no llegaba a recoger a su estrenado púber, le dijo doña Mentoria al mozallón: "Mientras llega tu papá voy a darte manicura sin costo extra". Procedió pues la señora a arreglar las callosas manos del mancebo, y luego lo puso en las de su papá cuando llegó por él. Transcurrió cierto tiempo, y un día doña Mentoria se topó con el chico en el mercado de la ciudad. Le dijo al saludarlo: "¿Te acuerdas de mí?". "¡Cómo no me voy a acordar!" -exclama Nemorino. Halagada, la madama vuelve a preguntar: "¿De veras me recuerdas?". "Claro que sí -responde Nemorino con acento de infinito rencor-. Usted es la vieja que me pegó unos insectos que pican en las ingles, y luego me cortó las uñas para que no me pudiera rascar"... Cuando oigo que alguien habla de sí mismo en tercera persona, como si se refiriera a otro, corro a esconderme en un lugar seguro. Las últimas declaraciones en ese estilo y tono las emitió Elba Esther Gordillo, quien pronunció unas haladas palabras para explicar los males de salud que la hicieron apartarse por algún tiempo de la escena pública. Dijo: "La Maestra no es un robot, la Maestra no es un monstruo...". (Con eso quedan desmentidas las infundadas versiones que aseguran que la Maestra es ambas cosas, versiones que hicieron circular personas posiblemente mal intencionadas). Añadió doña Elba Esther: "... La Maestra no es inmortal ...". (Esa revelación nos dejó estupefactos. ¡Jamás hubiéramos pensado que la Maestra no es inmortal! ¿Estará segura de lo que dice? ¿No será su proverbial modestia lo que la lleva a negar su inmortalidad? Esperemos noticias al respecto). Luego la ayer aliada de Madrazo, y hoy su tremenda enemiga, manifestó con humildad: "... La Maestra es un ser humano como todos...". (¡Otra noticia alucinante! ¿A qué Maestra se refiere la Maestra cuando dice que la Maestra es "un ser humano como todos"? ¿A la Maestra de antes del lifting o a la de después? He aquí otro misterio que sólo el tiempo aclarará). Cuando se le preguntó a la Maestra si viene con ánimo de rencor, la Maestra dijo que la Maestra no llega con espíritu vindicativo. "... Me atengo a la Historia, porque algún día la Historia pondrá a cada quien en su lugar...". No dudamos de la capacidad de la Historia para poner a cada quien en su lugar. Nuestro respeto para ella. Lo que tememos es que le falte tiempo para esos acomodos, pues lleva cierto rezago en la tarea: ahora está ocupada en poner en su lugar a Napoleón, y luego sigue una larga lista de espera formada por gente a la que también debe poner en su lugar: Hitler, Stalin, Mussolini, etcétera. Cuando le llegue el turno de poner en su lugar a la Maestra y a sus enemigos, a lo mejor ya nadie se acordará de ellos, y la Historia tendrá problemas para localizarlos. (Más vale, porque quién sabe en qué lugar los pondría)... FIN.

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