Nadie se extrañe, no, ni diga "¡Oh!", "¡Ah!" o "¡Uta!" si en la próxima elección presidencial más de un clérigo católico, y quizá uno que otro obispo, hacen propaganda velada o desvelada en favor del candidato que postule el PRD, sobre todo si ese candidato es López Obrador. La política, ya se sabe, produce extraños compañeros de cama. (Dígalo si no la señora empresaria que ahora es candidata perredista al gobierno mexiquense). No hubo sorpresa cuando en el 2002 algunos sacerdotes buscaron inclinar a su feligresía en favor de Fox. Recuerdo a un curita que en sus misas exhortaba a los fieles a votar, pues -decía- tal es deber de buenos ciudadanos. "No se les olvide -les decía una y otra vez con sonrisa picarona-. Vayan a votar el dos de julio ¿eh?, el DOS de julio". Y al decir "dos" hacía con los dedos la V, señal que los panistas usaban para indicar el nombre de Vicente. No anduvieron muy atinados los curitas que impulsaron la campaña de Fox. Ahora es muy probable que por supuestas motivaciones de justicia social el sector de la Iglesia inclinado a la teología de la liberación encuentre en el PRD coincidencias reales o ficticias, y apoye a su candidato en lo que pueda. Desde luego esta no es una predicción. Tengo por costumbre profetizar solamente cosas que han sucedido ya. Es la expresión de una inquietud. Para disiparla me encomiendo a Santa Bárbara. Esta virgen y mártir fue proscrita por la Iglesia con otros santos entrañables -San Jorge, San Cristóbal- porque se duda de su existencia real. (¿Habrá proscrito ya al demonio por la misma razón?). De mí sé decir que desde la proscripción de San Jorge empezaron a verse en Inglaterra más dragones, y con la expulsión de San Cristóbal aumentó el índice de accidentes carreteros). Santa Bárbara nos protegía contra el rayo. Sucede que su padre la hizo encerrar en una torre con dos ventanas, a fin de apartarla de sus amigos los cristianos. Ella hizo añadir una tercera ventana como signo de la Trinidad. Su padre entonces la ató a un potro de hierro, la flageló con varas, hizo que le desgarraran las carnes con púas de hierro, le quemó el cuerpo con láminas de metal al rojo vivo y -colmo de la ferocidad- le leyó algunos poemas de su autoría. Como ella lo resistió todo, incluso los poemas, le cortó por propia mano la cabeza, que ella -gran milagro- tomó en sus manos y besó devotamente. En ese mismo instante un rayo cayó sobre el malvado padre, y no sólo le quitó la vida sino además le chamuscó un gorro de piel de liebre que le había costado bastante caro y que solía lucir en ocasiones especiales: cumpleaños, decapitaciones, etcétera. Hasta su defenestración por la Iglesia fue Santa Bárbara patrona de artilleros, coheteros, mineros y demás gente en riesgo de explosiones. También, como dije, protegía contra los rayos: "Santa Bárbara doncella, líbrame de una centella". Aunque no esté ya en el santoral le pido a Santa Bárbara que nos libre del rayo que a sí mismo se proclama "de esperanza"... Roy Rogers, "El Vaquero Cantor", fue al pueblo en su guayín, carruaje así llamado porque en el lugar por donde se subía a él tenía inscritas las palabras "Way in". Estaba tomándose una copa en el saloon cuando llegó el sheriff a buscarlo. Le dijo: "Malas noticias, Roy: los bandidos quemaron tu casa y tu rancho, y se llevaron todo tu ganado". "¡Santo Dios!" -exclama Roy. "También se robaron tu fiel caballo, Trigger". ¡Oh!". "Además mataron a tu esposa". "¡Ah!". "Y colgaron de un árbol a Roy Jr.". "¡Cuánto dolor! -clama el vaquero lleno de desesperación-. ¡La vida no tiene ya sentido para mí! ¡Voy a darme un balazo para acabar con este sufrimiento!". Le dice el sheriff: "Antes, Roy, ¿por qué no nos cantas una cancioncita?"... FIN.