Doña Frigidia, ya se sabe, es una mujer indiferente al sexo. Si le pusieran enfrente a Brad Pitt o a Leonardo di Caprio ella sentiría lo mismo que si viera una tabla de planchar o un plumero. Hay quienes no tienen oído musical, otros carecen de talento para las matemáticas. A doña Frigidia le faltaba el sentido de la sensualidad; el sexo le interesaba tanto como la filatelia o la entomología. Don Frustracio, su esposo, les dijo un día a sus amigos: "Todas las noches satisfago a mi mujer en la cama". "¿De veras?" -preguntó uno con expresión de duda. "Sí -confirmó don Frustracio-. Le digo: ?Hoy no quiero sexo?. Y eso la deja muy satisfecha"... Don Algón, salaz ejecutivo, vio en el bar del hotel a una linda chica que bebía su copa en la barra. Se sienta junto a ella, y para entablar conversación le dice: "Yo soy Piscis. ¿Cuál es tu signo, linda?". "El de pesos, guapo" -responde con pícara sonrisa la muchacha... El perrito le sugiere a la perrita: "¿Qué te parece si esta noche lo hacemos de hombrecito?". (No le entendí)... Rojo, anaranjado, amarillo, añil, verde -botella, limón, olivo, petróleo, mar, esmeralda, manzana, jade, bandera-, violado, rosa, rosa mexicano, coral, corinto, magenta, ocre, sinabrio, malva, fiucha, pizarra, beige, dorado, caqui, celeste, chocolate, turquí, glauco, morado, aguamarina, chedrón, palo de rosa, violeta, lila, malva, púrpura, gris, topacio, cobre, mandarina, perla, cande, bruno, ostión, marfil, hueso, granate, carmesí, ébano, gualda, cereza, marrón, plateado, azafrán, canela, pavonado, sepia, azabache, siena, castaño, plomo, escarlata, café, granate, gualda, caoba, rubio, tornasol, cárdeno, rubí... ¡Dios santo, habiendo tantos colores ¿por qué demonios hicieron los billetes de mil pesos casi de igual color que los de 20, con lo que exponen al usuario a dar uno por otro?... Himenia Camafría y Celiberia Sinvarón, maduras señoritas solteras, viajaban por las highlands de Escocia, lejanas y encantadoras tierras que habían soñado conocer desde que vieron en función de estreno la película "Hills of home" (1948, con Lassie, Edmund Gwenn, Donald Crisp y Janet Leigh). Iban las dos otoñales célibes en su automóvil por un camino rural cuando vieron a un joven, guapo y fornido escocés que ataviado con su típica faldita, el kilt, dormía profundamente, recargado en el tronco de una encina. A ambas les vino a la cabeza la misma idea: ¿sería verdad que los escoceses no llevan ninguna otra prenda bajo la faldita, y que traen libre y al aire todo aquello de que fueron dotados -y generosamente, según es fama en la comunidad británica- por la naturaleza? Se comunicaron una a otra su inquietud, bajaron del coche y con tácitos pasos se acercaron al durmiente. Himenia le levantó la falda al escocés, y las dos arrobadas célibes pudieron comprobar sin estorbo alguno que la conseja que habían escuchado era verdadera. Igualmente dieron fe de la extensa fama que gozan los highlanders en el Imperio de Su Majestad. Como el toroso joven seguía durmiendo a su placer la señorita Celiberia ideó una travesura: se quitó una cinta azul que traía en el cabello y la ató con cuidado en la famosa parte del muchacho. Luego se retiraron, satisfechas de aquella experiencia que ciertamente aumentaba su cultura. (Los viajes ilustran, aunque, en abono de la verdad, también estriñen). Poco después recordó el escocés -quiero decir que despertó-, y sintió algo raro en la región pudenda. Se alzó el kilt y vio el listón azul. Dirigiéndose a la referida parte dijo: "No sé a dónde fuiste mientras yo dormía, pero te felicito de cualquier manera: veo que ganaste el primer lugar"... FIN.