Un chiquillo iba vendiendo fruta por las calles. Con su canasta al hombro gritaba a voz en cuello: "¡Peras y higos! ¡Peras y higos!". Desde un balcón asomó una mujer y lo llamó: "¡Pst, pst! ¡Niño! Ven, sube al piso seis, departamento 9". El chamaco se alegró al pensar que la señora le compraría algo. No había elevador, pero aun así subió los tramos de la escalera. Llegó jadeando al sexto piso y llamó a la puerta del departamento 6 apoyándose en el muro para no caer, pues las piernas se le doblaban a causa del esfuerzo. Abre la señora que lo había llamado, y le pregunta el crío respirando agitadamente: "¿Qué va a querer, señora?". "No te llamé para comprarte algo, niño -responde la mujer-. Soy maestra de Lengua Castellana, y noté que pregonabas tu mercancía diciendo: ?Peras y higos, peras Y higos?. Debes decir: ?Peras e higos?, ¿entiendes? Peras E higos. La e copulativa sustituye a ?y?. De ese modo se evita el hiato, sonido cacofónico que se produce cuando la y antecede a una palabra que comienza con ?i? o ?hi?. No decimos ?Luis y Inés?, sino ?Luis E Inés?. Tampoco decimos ?padre Y hijo?, sino ?padre E hijo?. Así las cosas, niño, ya no digas: ?Peras y higos?, sino ?Peras E higos". Responde el chiquillo con acento rencoroso: "¿Y nada más para decirme eso me hizo usted subir seis pisos de escaleras, vieja caona E hija de la shingada?"... La Constitución prohíbe los monopolios, pero tanto el Estado como algunos particulares -éstos con ayuda del Estado- se pasan esa máxima ley por donde Petra se pasa el peine -perdón por esa ática expresión-, y hay monopolios estatales y particulares que dañan gravemente el interés de la comunidad. La falta de competencia no sólo es causa de incompetencia: en lo relativo a los monopolios es una severa restricción a la libertad, pues evita que los ciudadanos puedan ejercitar su facultad de elegir. Cualquier reforma seria que se emprenda para modernizar el Estado Mexicano deberá incluir la revisión de monopolios como el de PEMEX, cuyos yerros y corrupciones ya no se deben tolerar en nombre de un nacionalismo obsoleto y chabacano. O chabacano y obsoleto, si se quiere hacer la calificación en orden alfabético... El fuerte de Texas quedó rodeado por los pieles rojas. Una flecha hirió al capitán en el cuello y lo hizo caer. Con el último aliento de la vida escribió en un papel, pues no podía hablar: ?El que tenga más balas salga y vaya a pedir auxilio a la caballería?. Después de escribir eso quedó muerto. El sargento hizo circular el mensaje entre los presentes, que lo leyeron por turno y en silencio. Un mexicano leyó las palabras escritas por el capitán y dijo de inmediato: ?¡Yo soy ése!?. Y así diciendo montó en su caballo y salió a todo galope. Los indios fueron tras él en sus caballos, ululando y disparándole sus flechas. Desde lo alto del fuerte todos seguían ansiosamente la persecución. Se asombraron al ver que el mexicano no disparaba su rifle. Por fin el valeroso voluntario pudo librarse del acoso de los indios. Llegó hasta donde estaba la caballería, acudieron los jinetes y pusieron en fuga a los indios. El mexicano fue aclamado como héroe. Le preguntó alguien: ?Pero, Pancho ¿por qué no disparaste??. ?No tenía balas? ?responde él. ?¿Cómo? ?se asombran todos-. El mensaje del capitán decía: ?El que tenga más balas salga??. ?¡Chihuahua! ?exclama Pancho boquiabierto-. ¡Yo leí ?bolas?!?... FIN.
