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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Armando Camorra

Lord Highrump narraba en el club las peripecias de su último safari. "Se abalanzó el gorila sobre mí -relataba con dramático acento-. Quise disparar, pero mi rifle Magnum se trabó. Me agarró el animal, y habría perecido yo ahogado entre sus membrudos brazos si no es porque alcancé a tomarlo por la cola. Le di al gorila seis o siete vueltas en el aire y lo aventé lejos de mí. Así salvé la vida". "Milord -acota con mesura uno de los oyentes-. With all due respect, encuentro una ligera falla en su relato: los gorilas no tienen cola". Sin turbarse replica lord Highrump: "Pues no sé de dónde lo agarré, pero las seis o siete vueltas se las di"... En medio del foreplay que precede al acto del amor la recién casada le dice muy preocupada a su flamante maridito: "Fumas mucho, Galateo. A ver si no me da cáncer de mama". (No le entendí)... En el bar un tipo le cuenta a otro: "Hace un mes mi esposa desapareció de la casa, y no la encuentro". Sugiere el amigo: "Repórtala a la policía". "¡No! -se alarma el marido-. ¡Ellos sí la encuentran!"... Un individuo exclama desolado: "¡No hay honradez en este mundo! El otro día un pordiosero me alcanzó en la calle y me dijo: ?Señor, se le cayó su cartera. Aquí la tiene?. La tomé, le di las gracias al mendigo y seguí mi camino". Alguien le dice, extrañado: "¿Entonces por qué dices que no hay honradez en el mundo?". Explica el individuo: "La cartera no era mía"... Le comenta una señora a su amiga: "Jamás besé a otro hombre aparte de mi esposo". La amiga le reprocha en broma: "No presumas". Replica la señora: "No estoy presumiendo, me estoy quejando"... Le dice Pepito a su papá: "Ya sé que no tengo las mejores calificaciones del salón, pero tampoco tú tienes el mejor sueldo de la oficina"... Aquel muchacho conoció en una fiesta a cierta chica, y se sorprendió cuando ella aceptó inmediatamente ir con él a su departamento. Cuando empezaron las acciones la muchacha lo detuvo: "Antes -le pidió a su anfitrión- prepárame tres o cuatro tazas de café negro bien cargado". "¿Café? -se sorprende el chico-. ¿Para qué?". Explica la muchacha: "Es que cuando salí del pueblo mi mamá me dijo que no durmiera con hombres. El café me mantendrá despierta"... Eglogio, el mayor hijo de don Poseidón, le pidió dinero a su padre para comprar una lámpara de mano. La necesitaba, dijo, a fin de ir por la noche a cortejar a su novia, que vivía en la granja vecina. Responde con acritud el vejarrón: "Yo nunca necesité de lámparas para ir a cortejar". "Sí -concede Eglogio-. Y ya ves lo que agarraste"... El marqués Panache, de la rancia nobleza de Auvernia, fue a visitar a su doctor. Se sentía un poco fatigado, le dijo. "Es natural, señor marqués -lo tranquiliza el médico-. Después de todo tiene usted 90 años". "No atribuyo mi cansancio a la edad, doctor -opone el marqués-. Más bien creo que se debe a que le hago el amor a mi mucama todos los días de la semana, menos uno". El facultativo no dio crédito a las palabras del anciano, pero por sí o por no llamó desde su privado por teléfono a la mucama. Ella le confirmó lo que el anciano había dicho: en efecto, todos los días de la semana, menos uno, el señor marqués le hacía el amor cumplidamente. El galeno asombrado, le pregunta: "¿Cuál es el día que no le hace el amor?". Responde la muchacha: "El jueves". "¿Y por qué el jueves no?" -inquiere el doctor. Explica ella: "Es el día que descansa Pierre, el valet del señor marqués". Pregunta con extrañeza el médico: "¿Y qué tiene que ver el descanso de Pierre con el hecho de que el marqués no le haga a usted el amor?". Explica la mucama: "Pierre es el que lo sube arriba de mí y al terminar lo baja"... FIN.

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