Recordemos, queridos cuatro lectores míos, el caso de la criadita que le dice a la señora de la casa: "Señito, en la puerta está un Testículo de Jehová". "¿Testículo? -se ríe la patrona-. Querrás decir ?Testigo?". "No. Testículo -insiste la criadita-. A huevo quiere entrar". Pues bien: la manifestación pro López Obrador no es de apoyo: también es de a huevo. Por todos lados le sale el fondo a esa supuesta demostración voluntaria y que en verdad se hará conforme a los más viejos modos de acarreo, coacción y aportaciones forzadas y forzosas. ¿Que los burócratas del Distrito Federal están dando gustosamente parte de su sueldo para los gastos de la marcha? A otro perro con ese hueso, si me es permitido emplear esa expresión moderna. La última aportación voluntaria que los mexicanos hicieron a un político fue cuando la expropiación petrolera de Lázaro Cárdenas. Endeudando al Gobierno del Distrito Federal, metiendo mano al salario de los trabajadores, López Obrador está pavimentando con dinero ajeno su camino hacia la Presidencia... Un náufrago llegó a una isla desierta. Pensó desesperado que seguramente aquella isla estaría habitada por antropófagos que lo devorarían. En eso, sin embargo, escuchó voces en su idioma. Eran de un individuo que le gritaba a otro: "¡Maldito hijo de perra, borracho desgraciado! ¡Estás haciendo trampa! ¡Si marcaste las cartas te voy a degollar como a un cerdo y voy a colgar tus tripas de los árboles! ¡Nadie se burla así de mí, bastardo!". Al escuchar aquello el náufrago se echa de rodillas. "¡Gracias, Dios mío! -profiere extático-. ¡Estoy en un país cristiano!"... A don Acisclo le dolían las muelas. Fue con un odontólogo y éste le hizo un presupuesto cuyo total bastaba para comprar una mansión de lujo. "Pero le aseguro -dijo a don Acisclo- que las muelas jamás volverán a dolerle. Un tratamiento igual le hice a don Coio di Granocchia, comerciante italiano, hace dos años. Pregúntele a él". A fin de estar seguro don Acisclo llamó al hombre y le preguntó si el tratamiento del doctor le había quitado el dolor de muelas. "Ha de saber usted -contesta Di Granocchia- que yo practico el nudismo. Todos los días salgo a la playa en la mañana. Ahí me despojo de mi ropa y camino sin nada encima". "Interesante -le dice don Acisclo-, pero quiero que me hable de su dolor de muelas". "A eso voy -replica Coio-. Una mañana vi venir hacia mí a una mujer. Estaba tan desnuda como yo y tenía formas esculturales: cintura de palmera, ubérrimo tetamen, grupa de odalisca...". "Muy interesante, -se impacienta don Acisclo pensando que había dado con alguien que no tenía con quién platicar-. Pero ¿el dolor de muelas?". "A eso voy -repite el italiano-. Mi cuerpo no pudo menos que mostrar la excitación que me causaba la vista de aquella preciosura. Al advertir aquello la mujer sonrió y con los brazos abiertos se acercó. La recibí en los míos, y caímos los dos sobre la arena. Ahí hicimos el amor apasionadamente al tiempo que las olas acariciaban nuestros entrelazados cuerpos. Haga usted de cuenta ?De aquí a la eternidad?". "Fantástico suceso -masculla don Acisclo desesperado ya-. Pero ¿el dolor de muelas?". "A eso voy -vuelve a decir una vez más don Coio-. Quiero que sepa usted que esa fue la única vez, después del tratamiento del doctor, que dejé de sentir el dolor de muelas"... (NOTA: Al decir: "Haga usted de cuenta ?De aquí a la eternidad?" el señor Di Granocchia hacía alusión a la película de ese nombre, con Burt Lancaster, Montgomery Clift, Deborah Kerr, Frank Sinatra y Donna Reed, 1954, dirección de Fred Zinnemann. Tanto la película como Sinatra y Reed ganaron el Óscar ese año)... FIN.