¡Atención! ¡Pasado mañana saldrá aquí el deplorable cuento intitulado "Remordimiento", o "Pecado e inocencia"! Tal narración es abominable; las personas con escrúpulos morales deberían evitar de plano su lectura. Tampoco han de poner los ojos en el funesto chascarrillo que viene al final de esta columna. Al llegar a él avisaré que en ese punto empieza, y así los lectores pudibundos podrán eludir esa insufrible badomía... El gerente de una empresa tenía una amiguita. A resultas de esa amistad ella quedó embarazada. El ginecólogo les dijo que el bebé iba a ser niño. Llegado el día del parto el gerente le pidió a una enfermera de la maternidad que llamara por teléfono a su oficina. Usaría un código secreto para hacerle saber el nacimiento de su hijo: le diría a la secretaria: "Infórmele a su jefe que ya llegó el reloj". Nació la criatura, pero el diagnóstico del galeno estaba equivocado: el bebé fue niña. La enfermera, entonces, llamó por teléfono a la secretaria: "Dígale a su jefe que ya llegó el reloj, pero que no trae péndulo"... En el hospital un hombre se dirige con gran solemnidad al médico: "Doctor: soy un hombre acostumbrado a recibir golpes de la vida. El sufrimiento no me arredra, y puedo escuchar las peores noticias sin temblar. No me oculte usted nada, por favor; puedo enfrentar la verdad; aunque me duela mucho estoy preparado para oírla. Dígame, doctor: ¿es cierto que mi suegra ya se alivió y que mañana va a salir del hospital?"... Le pregunta una señora a Babalucas: "Perdone, joven: ¿hasta dónde llega este autobús?". Contesta el badulaque: "Hasta la defensa de enfrente"... En el confesionario un gemebundo individuo le dice al padre Arsilio: "¡Padre, me acabo de robar este pollo rostizado! ¡Lo hice para alimentar a mi familia, pero el remordimiento no me deja! ¡Quédese usted con él, para así borrar mi culpa!". "No lo puedo aceptar, hijo -contesta el sacerdote-. Devuélveselo al dueño y así tu pecado te será perdonado". "¡Ya intenté devolvérselo -clama con desesperación el hombre-, pero no me lo admite!". "Si ya hiciste eso -le indica el padre Arsilio-, creo entonces que te puedes comer el pollo con tu familia, y sin remordimiento". Al terminar las confesiones el padre Arsilio fue a la casa parroquial y descubrió que alguien se había robado el pollo rostizado que había comprado para la cena... El PRI podría ganar la elección presidencial si presentara en ella un candidato en quien pudieran confiar los ciudadanos. Ciertamente ese candidato no es Madrazo. Hay caras nuevas en el PRI, de políticos que han demostrado eficiencia en el servicio público y que no están afectados por el desprestigio que se ha allegado el tabasqueño. Si los priistas tuvieran un dedo de frente se darían cuenta de que el poder de Madrazo se da sólo al interior del PRI. Fuera de él su figura pierde fuerza, se desmorona por las innumerables tachas que concurren en la persona del dirigente nacional. Ojalá organizaran los priistas una elección interna equitativa y transparente, de modo que de ella emergiera una candidatura viable. La de Madrazo no podría prosperar. Con ella casi seguramente perdería el PRI la oportunidad que tiene de volver a Los Pinos... Sigue ahora el nefando cuento que al principio se anunció. Suspendan en este punto la lectura las personas pudibundas... En la cantina un borracho le cuenta a otro: "Jamás olvidaré el día en que agarré la botella pensando que con ella podría sustituir la presencia de una mujer en mi vida". "¿Qué sucedió?" -pregunta el otro. Responde el ebrio: "Me quedé atorado"... (No le entendí)... FIN.
