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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Armando Camorra

Doña Tebaida Tridua se asignó a sí misma la tarea de vigilar las costumbres de los demás. Ardua labor es esa, si se considera que los demás tienen toda suerte de costumbres: unas buenas, otras no tanto y el resto muy malas. Tan fatigoso es el empeño moralizador de la señora Tridua que periódicamente cae en extrañas monomanías. La última fue creerse nube. Iba y venía por los aposentos de la casa, vestida con vaporosas telas de tisú color pastel, al tiempo que salmodiaba: "La nube va, la nube viene". A nadie molestaba su inocente delirio; el problema era cuando llovía. Su médico de cabecera recetó una semana en Gogorrón, balneario potosino de salutíferas aguas paliativas. Fue la señora Tridua y regresó muy mejorada. Pero la ingrata fortuna, que no se cansa de perseguir a los buenos, le tiene reservada una funesta novedad: próximamente saldrá aquí el indecente cuento titulado "Amor entre nubes" o "Temor fundado". Lo leerá doña Tebaida y caerá de seguro en otro de sus episodios depresivos. Esperen mis cuatro lectores ese cuento y juzguen por sí mismos... Dice el Catecismo de la Iglesia Católica: "... Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales instintivas. No eligen su condición homosexual...". Basta esa sola consideración, la de ser homosexuales por naturaleza, para que esas personas merezcan respeto y comprensión. Igual sería si en uso de su libertad, y sin dañar a nadie, alguien escoge tal opción para ejercicio de su sexualidad. Por eso es encomiable la campaña que han iniciado la Secretaría de Salud y el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, campaña tendiente a suscitar en la sociedad una actitud de comprensión y respeto a los homosexuales, para que desaparezca la hostilidad de que todavía son víctimas las personas de distinta orientación sexual. Mi elogio incluye al spot televisivo "La cena", en el cual algunas personas bien intencionadas han creído ver una oculta apología del homosexualismo. No lo es, ciertamente, y sí un llamado a que en el seno familiar los homosexuales encuentren afecto, calor y comprensión, sin que nadie se avergüence por ellos, sino antes bien integrándolos de modo que en la familia encuentren apoyo y protección. Merecen aplauso esas dependencias, y lo merece el Gobierno del Presidente Fox por abordar con transparencia, generosidad y valentía cuestiones que antes se soterraban o se veían como tabú... En el manicomio una enfermera vio a un loquito que daba vueltas en torno de la habitación haciendo como que conducía un automóvil. "¿A dónde vas, Lunacio?" -le pregunta. "Voy en mi coche a África" -responde el trastornado. "Qué tengas buen viaje" -le dice la enfermera. En el otro extremo de la habitación la enfermera vio a otro loquito que estaba de barriga sobre el suelo efectuando los movimientos de quien hace lagartijas. "¿Qué haces, Tolondro?" -le pregunta. Contesta el orate: "Estoy aprovechando que Lunacio anda en África para despacharme a su señora"... Llega una gringuita a un hotel y pregunta: "¿Tiene usted cuartos? ¿Es correcto mi español?". "Sí hay cuartos, señorita -responde el encargado-, y sí es correcto su español". Vuelve a preguntar la visitante: "¿Cuál es el costo de la habitación? ¿Es correcto mi español?". "Cuesta 300 dólares la noche -contesta el hombre-. Y sí, es correcto su español". Dice entonces la gringuita: "Vaya mucho a tiznar a su madre. ¿Es correcto mi español?"... Un hombre entró precipitadamente en el elevador del hotel, y al hacerlo le dio un fuerte codazo en el busto a una linda chica. "Señorita -le dice muy apenado-, si su corazón es tan suave como su pecho de seguro perdonará usted mi rudeza". Contesta la muchacha: "Y si lo demás de usted es tan fuerte como su codo, mi cuarto es el 312"... (No le entendí)... FIN.

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