Se casó don Geroncio, señor septuagenario, con Pomponona Tetonier, frondosa muchacha célibe y en flor de edad. La noche de las bodas él se puso una piyama de franela, un gorro de dormir y unas medias de estambre. Con ese atuendo se metió en la cama y se dispuso a dormir. Pomponona, ansiosa de conocer los goces de himeneo, recurrió a un eufemismo para dar a entender a su marido que esperaba algo de acción. "Mi amor -le dice-, ¿no crees que deberíamos escribirle una cartita a la cigüeña?". "Me gustaría bastante, cielo mío -responde con feble voz el carcamal-, pero hace mucho tiempo se me acabó la tinta"... Un linajudo caballero viajaba por el campo, y su automóvil sufrió una descompostura. Era de noche ya; llovía copiosamente. El señor miró a lo lejos una luz; se encaminó hacia ella y dio con la casa de un granjero, al cual le pidió asilo por aquella noche. "Es usted bienvenido -le dijo el rústico-, pero tendrá que compartir la cama con mi hija de 20 años. Prométame que no intentará hacer nada con ella". "¡Señor! -protesta el visitante con tono de ofendido-. Pertenezco a la Legión Condal, y soy hombre de honor. Conmigo su hija está segura". Cumplió su palabra el caballero: sentía junto a él las ebúrneas formas de la muchacha, pero se puso a recitar interiormente todo el primer canto de La Ilíada -en la traducción del padre Errandonea- y pudo con eso disipar la tentación. Al día siguiente salió al corral, donde la muchacha se ocupaba ya en alimentar a las gallinas. El gallo se paseaba entre ellas sin hacerles ningún caso. "¿Por qué no les hace nada?" -le pregunta a la muchacha el caballero-. "No lo sé -responde ella-. El indejo ha de ser también de la Legión Condal"... El gran catador de vinos prueba uno y dice sin dudar: "Ceferina, 25 años". "-Te equivocaste -le dice su amigo-. Es un Rioja de 15 años". Replica el gran catador de vinos: "Yo me refiero a la muchacha que pisó la uva en el lagar"... Aquel señor no tenía bigote. Le pregunta su hijito: "Papi: cuando yo sea grande ¿tendré bigote?". Contesta el señor: "Si abueleas, sí". Inquiere el niño: "-¿Tenía bigote mi abuelo?". "-No sé -dice el señor-. Pero tu abuela, la mamá de tu mamá, sí que lo tiene"... La señora le pregunta al jardinero: "Perdone la indiscreción, Herbalio. ¿Por qué le dicen a usted ?El Pájaro Loco??". "-Me da pena decírselo, señora -responde el individuo-, pero creo que es porque tengo 21 hijos"... El curita recién ordenado terminó de confesar. Le dice el padre Arsilio: "Mira, hijo: si al oír alguna confesión tienes que prorrumpir en una exclamación admirativa, te recomiendo que tus exclamaciones sean: ?Cielo santo!?, ?¡Ánimas del Purgatorio!? o ?¡Virgen Santísima!?, y no: ?¡Ah chingao!?, ?¡En la mádere!?, ?¡Uta!? y ?¡Ah caón!?"... Decía don Martiriano: "Mi esposa y yo hemos llegado a un asombroso grado de identificación. Me desapareció a mí el apetito sexual, y al mismo tiempo se le desaparecieron a ella esas tremendas jaquecas que le daban todas las noches"... Suena el teléfono en el café de chinos que estaba en el puerto. Pregunta una voz de hombre: "¿Hablo al malecón?". "¡Malecón tu pale! -responde hecho una furia el dueño del establecimiento-. ¡Habla Koo-Lon, que sel más homble que tú!"... Allá en aquellos años en que estaba de moda la canción "El pájaro azul" un cantor con guitarra llegó a la mesa de un doctor que cenaba en el restorán. "Tengo ?El pájaro azul?" -le dice. Responde el galeno: "Probablemente es falta de circulación"... FIN.
