Generosa fue la Real Academia de la Lengua, y en la última edición de su diccionario incluyó numerosos mexicanismos (por ventura ya no "mejicanismos"). Omitió, sin embargo, uno muy usual: el término "patiño". Esa palabra sirve en sentido recto para designar al compañero o segundo de un cómico o payaso, a quien da pie en el diálogo para que el comediante diga sus gracejadas y ocurrencias. Famosos patiños ha habido en México. Cito, entre otros, a Marcelo Chávez, el gran "carnal" de Tin Tan; a Estanislao Shilinsky, extraordinario actor, compañero que fue de Manolín en la famosa pareja que llevó sus nombres; y antes, en el glorioso mundo de las carpas y teatros de revista, a Arturo "El Bigotón" Castro, a José Sotomayor, Carlos Altamirano, Pepe Hernández y muchos otros de notable calidad teatral. En sentido figurado la palabra "patiño" se usa para motejar con tono despectivo a quien sirve a otro incondicionalmente y se deja utilizar por él. Pues bien: Vicente Fox está en riesgo de quitar la primacía a todos los famosos patiños que en el tinglado de la farsa han sido. El Presidente de la República, en efecto, se ha convertido en patiño de López Obrador, a quien todos los días da pie para que el socarrón y astuto tabasqueño se luzca a sus costillas. Y es que Fox tiene mucha cola que le pisen, por las promesas desaforadas que hizo en su campaña y que ha dejado sin cumplir, por sus continuos yerros y sus desatinos, por las declaraciones tan poco afortunadas que con frecuencia suele hacer. De todo ese material se vale AMLO para responder a su involuntario pero eficaz patiño. Mejor haría Fox si se ocupara en gobernar y no saliera una y otra vez, de modo obsesivo y machacón, a la carpa en que actúa López Obrador, supereminente comediante. Al atacarlo tanto el Presidente pone los reflectores sobre su rival y se pone él mismo "de pechito", como se dice en habla popular, para que el jefe de Gobierno del DF aumente su estatura a costa de la ya muy menguada de Fox... En el bar con karaoke le dice el ejecutivo a la muchacha: "Qué bien cantas, linda". "Y eso que tengo laringitis" -responde ella. La invita a bailar, y a los pocos compases le dice: "Qué bien bailas, linda". "Y eso que tengo pies planos" -contesta ella. Las acciones llegaron a donde tenían que llegar. En el deliquio del erótico trance le dice él: "Qué bien follas, linda". Replica la muchacha: "Y eso que tengo herpes"... El marido y su mujer llegaron a la agencia de viajes. Le pide el esposo a la encargada: "Continentes separados, por favor"... El padre Arsilio suspiraba. "Los curas viviríamos mucho mejor -decía con tristeza-, si la gente nos diera por casarla lo mismo que les paga a los abogados por divorciarla"... También aquella señora suspiraba, y decía con tono amohinado: "Soñé con tener un Jaguar en la cochera, un armiño en el clóset y un tigre en la cama. Y tengo un escarabajo en la cochera, un conejo en el clóset y un cerdo en el sofá de la televisión"... El viejito y la viejita cumplieron 60 años de casados, y fueron al bosque donde él había grabado en el tronco de un árbol sus nombres, inscritos en un corazón, la víspera de su matrimonio. En efecto, encontraron el árbol con el corazón grabado. Al lado había otro que decía: "John y Bruce". Le dice el viejito a la viejita: "Cómo han cambiado los tiempos, ¿verdad, mi vida?"... Salió la esposa del salón de belleza. Su marido, que la esperaba fuera, la ve y dice: "Bueno, la lucha se le hizo"... Una mujer casada le decía a su consorte "El Nilo". "Ni lo sientes" -explicaba... FIN.