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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Armando Camorra

Mañana saldrá aquí el cuento llamado "Amor entre nubes" o "Temor fundado". ¿Apocalíptico es ese relato? No. Sicalíptico y esperpéntico sí es. No diré que por él se conmoverán los cimientos de la sociedad. Eso sería desbocada hipérbole. Pero ciertamente la moral social sufrirá un estremecimiento o convulsión, y quizá no faltará algún predicador que al leer esa narración agore el fin del mundo. Por eso La Pía Sociedad de Sociedades Pías la puso en su Index y prohibió su difusión so pena de no ser invitado, quien la saque a luz, a la tómbola o jamaica que hace cada año esa agrupación, al empezar la primavera, con objeto de recaudar fondos que se destinan a la preservación de las buenas costumbres, o de las regulares, más bien, pues buenas ya casi no hay. Busqué a varios intelectuales a fin de pedirles su firma para un manifiesto de protesta por la censura impuesta al mencionado chascarrillo, ofreciendo pagar yo mismo su publicación, pero ya todos tenían dada su firma a otros manifiestos -sólo uno por semana acostumbra firmar-, y algunos andaban todavía atribulados por las críticas que suscitó su firma en otra reciente proclama, y cuando les hablaba yo por teléfono oía clarita su voz: "Dile que no estoy". Así las cosas, el cuento "Amor entre nubes" o "Temor fundado" aparecerá mañana sin ningún aval, y con el solo amparo de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y de la Constitución General de la República. Ambos documentos garantizan la libertad de expresión, de la cual me toca ahora ser representante, modesto, si se quiere, pero empeñoso y fiel. Lean entonces mis cuatro lectores, mañana, ese tremendo chiste... Escribió Jonathan Swift poco antes de volverse loco: "Tengo una idea para acabar con la pobreza. Consiste en acabar con los pobres". La amarga ironía del autor de "Los viajes de Gulliver", libro escrito para los adultos y que nada más los niños leen (leían), ilustra bien lo que algunos políticos estólidos quieren hacer en México. Ofrecen como alimento a los pobres los siguientes platillos: soberanía, nacionalismo, rectoría económica del Estado y, de postre, idiosincrasia. La empecinada resistencia que oponen esos anacrónicos personajes a la reforma energética es defensa de antiguallas que ninguna nación moderna admite ya. La política debe seguir a la economía, si me es permitida esa generalización. El globo se ha globalizado, por decirlo así, y a querer o no se han de cambiar algunas concepciones que tuvieron privanza en el siglo diecinueve, y aún en el veinte, pero que en el veintiuno resultan ya obsoletas. (NOTA: Aunque nuestro amable colaborador no lo dice, nos atrevemos a añadir: Y más obsoletas resultarán en el veintidós, el veintitrés, el veinticuatro, y así sucesivamente, de modo que conviene irnos preparando)... La esposa del reo lo fue a visitar. Le pregunta nervioso el prisionero al celador de la prisión: "La alambrada que separa a los presos de sus visitantes ¿es sólida y segura?"... Una señora acudió al médico. Le dijo que se sentía débil. El doctor prescribió una dosis diaria de testosterona, hormona sexual masculina (C19, H28, O2), a fin de fortalecerla y revigorizarla. Un mes después de estar recibiendo el tratamiento la mujer fue otra vez con el galeno. "Estoy preocupada, doctor -le dice-. Me ha salido mucho vello". "No se preocupe usted -la tranquiliza el facultativo-. Es natural que la ingestión de testosterona en dosis repetidas provoque una ligera proliferación lanuginosa, es decir de vellos. ¿En qué parte de su cuerpo, señora, apareció esa vellosidad". Responde con voz sombría la mujer: "En mis testículos"... FIN.

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