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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Armando Camorra

Malsinado, joven de poca suerte en el amor, decía con tristeza: "Soy un perdedor. Conocí a una ninfómana furiosa; le propuse salir juntos, y me dijo: ?Me gustas solamente como amigo?"... Una señora se compró un perico. Tan pronto lo llevó a su casa el loro le espetó: "¡Qué buenas nachas tienes, mamacita!". La mujer, indignada, le dijo al majadero pajarraco: "Te pondré en el refrigerador, a ver si con el frío se te quita lo grosero". Lo metió en la nevera, y ahí lo tuvo media hora. Pasado ese tiempo lo sacó. "¿Aprendiste tu lección?" -le pregunta. "Sí, señora -responde el periquito-. Le ofrezco disculpas por mi falta, y le prometo que no se volverá a repetir. Quiero sólo que me permita hacerle una pregunta". "¿Qué pregunta es ésa?" -se inquieta la mujer. Inquiere el loro: "¿Qué le dijo el pavo ese que tiene en el congelador?"... Don Andrés Serra Rojas, maestro mío en la Facultad de Derecho de la UNAM, solía decir: "El triunfo es como el bautizo: borra todos los pecados". En el caso del PAN la cosa fue al revés: cuando Acción Nacional empezó a ganar victorias también empezó a caer en los mismos vicios que otrora denunciara en su adversario principal, el PRI. Llamado con justicia en sus primeros tiempos "el partido de la gente decente", el PAN admitió después en sus filas a toda clase de entes atraídos por esos dos aromas que el hombre no puede resistir: el dinero y el poder. (Hay otro perfume irresistible, claro, el de la poderosa Afrodita que dijo Woody Allen, pero ese no es tema para tratarse aquí, al menos por ahora). Probó el sabor del triunfo el PAN, y admitió todas las tentaciones. El tentador demonio fue Carlos Salinas de Gortari, en cuyos hábiles garlitos cayeron muchas veces los panistas, y no por inocentes, sino porque les convenía caer. Fue ése el tiempo de aquellas malhadadas "concertacesiones" que tanto daño hicieron a México y al partido que fundó Gómez Morín. La renuncia de Rebeca Clouthier al PAN puede considerarse un error -en lo particular yo pienso que se equivocó, pues renunció por la causa equivocada-, pero está fuera de duda lo atinado de su crítica al partido. En efecto, Acción Nacional tiene ahora lacras iguales a las que antes condenó en los priistas. Desde luego ningún partido actual se salva de esas tachas. Más de dos hay que ni siquiera deberían existir, pues no son partidos, sino negocios personales o de familia, y si se mantienen vivos es sólo por una mala legislación electoral. Pero el caso del PAN es particularmente lamentable. Sus fundadores y primeros miembros estaban investidos de respetabilidad; ostentaban valores que ahora se sacrifican en aras de un burdo pragmatismo que nada más mira al éxito y que no vacila en trabar alianzas aun con quienes mayormente contradicen los valores en que teóricamente funda su actuación el partido blanquiazul. De ahí -de esa pérdida de los principios básicos- la desorientación que hoy por hoy se ve en el PAN, y el fracaso del primer gobierno nacional que surgió de él. "Muerte de las ideologías", dirán unos. "Muerte de la decencia" dirán otros, quizá con menos cortesía pero seguramente con mayor verdad (¡Bófonos!)... Un hombre tenía un perro muy bravo. Ya había mordido a dos o tres vecinos. El veterinario le aconsejó que castrara al feroz animal; así le quitaría la bravura. El hombre le prometió que al día siguiente se lo llevaría para tal efecto. Ya lo llevaba, pero el animal se le soltó y fue a morder a un vagabundo que pasaba por ahí. Alcanza el dueño al perro y lo sujeta. "Perdone -le dice al individuo-. Ahora mismo llevo al perro con el veterinario a que le quite los éstos". Responde el vagabundo: "Mejor que le quite los dientes. Clarito se ve que venía a morderme, no a follarme"... FIN.

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