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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Por CATÓN.

Don Senecio era un añoso caballero, pero tenía atrevimientos de adolescente colegial. De visita en la casa de Himenia Camafría, madura señorita soltera, le pidió un beso. Ella se resistía a otorgarlo, pero el galán insistió tanto que al fin cedió la dama, pero con una condición: "Deberá usted -dijo al osado- adivinar lo que tengo en la mano". Y la mostró, cerrada, a su cortejador. Pensó un momento don Senecio y luego aventuró: "¿Una moneda?". "Es un anillo” -le dijo la señorita Himenia mostrándole la prenda-. “Pero en fin, anillo o moneda, los dos objetos son redondos. Se acercó usted mucho a la respuesta. Venga el beso"... Astatrasio Garrajarra y Empédocles Etílez, borrachos de mucha convicción, se corrieron una parranda majestuosa. Al fin se vieron sin dinero, y Empédocles invitó a su compañero a ir a su casa, pues tenía ahí -le dijo- una botella de aguardiente común, llamado chínguere, con la que podrían dar cima a su minuciosa farra. "Y tu señora ¿no se molestará?". -inquirió Astatrasio no con prudencia de hombre sobrio, sino con miedo de beodo. "No te preocupes -lo tranquiliza Etílez-. La tengo dominada; siempre hace lo que le digo". Llegaron, pues, y Empédocles abrió la puerta. Lo estaba esperando su mujer con una cólera tan encendida que comparada con su enojo la rabia de las Erinias, las Dinas, Euménides o Furias, las Harpías, las Górgonas (Medusa, Euríale y Esteno) y las Ménades era un aire suave de pausados giros. La esposa cubrió de baldones a su briago marido, lo dejó como lazo de cochino, palo de gallinero, trepadero de mapache o jaula de perico. Él se engalló, pues iba con su amigo y no quería verse mal ante él. Le dijo a su mujer con tono retador: "Eres una deslenguada. Si tan mujer te crees golpéame. Anda, ponme la mano encima". Su invitación no cayó en oídos sordos. La fúrica mujer unió la acción a la palabra, y con arrestos de varona le propinó a su esposo una bofetada tal que lo hizo dar cuatro vueltas sobre su eje y luego venir al suelo, derrengado. Desde ahí se dirigió Empédocles a su amigo Garrajarra, que cautelosamente se había alejado unos pasos de la pugnaz señora, no fuera a asegundar con él. Le dice en tono victorioso: "¿Lo ves? La tengo dominada. Hace lo que le digo"... Personajes de relieve internacional -el Papa, Terri Schiavo- reclamaron ayer la atención de México y del mundo. Esperemos que López Obrador no piense que los sucesos relacionados con esas figuras son parte de un "compló" tendiente a distraer a la atención pública del asunto de su desafuero. A la hora en que escribo esto -muy temprano; el fin de semana me impone horarios rígidos, lo mismo que el principio y la mitad- no se conoce aún la votación de la Comisión Instructora. Sea cual haya el resultado lo cierto es que en última instancia viene a ser irrelevante, y más afecta al aparato externo del asunto que a su materia y su sustancia. La cuestión pertenece al Poder Legislativo sólo en principio. A fin de cuentas, y en definitiva, el tema no es de contenido político, aunque tal sea su apariencia, sino que pertenece al campo de lo legal. Así, será el Poder Judicial el que diga la última palabra sobre el caso. El futuro de López Obrador depende de los jueces, no de los partidos... En una reunión familiar la señora encomiaba las dotes artísticas de su hija, estudiante de piano. Dice a los invitados: "Toca maravillosamente el Concierto para la mano izquierda, de Ravel". Interviene el novio de la muchacha: "Y eso no es nada comparado con lo que sabe hacer con la derecha"... FIN.

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