¿Recuerdan mis cuatro lectores el Viagra Light? No te alcanza para follar, pero sí para no mojarte los zapatos cuando vas al pipisrúm. Pues bien: ya viene el Viagra Plus. Funciona hasta con la esposa... Iban por la calle dos muchachas. Una era linda, de esculturales formas curvilíneas; la otra era feíta y plana como tábula rasa. Un sujeto que las miró al pasar exclamó con voz admirativa: "¡Adiós, par de cositas!". La fea -como siempre- fue la que respondió. "¡Viejo atrevido! ¡Majadero!". Contesta el individuo: "Yo no te dije a ti, flaquita. Me refería al par de cositas que tiene atrás tu amiga"... Aparece en escena Ianni Tzingas, personaje de esta columnejilla encargado de la molesta función de reprender. Ianni Tzingas es algo así como la Sagrada Congregación de la Fe, nomás que sin sotana. Envía cartas con verba de admonición y de castigo a aquellos a quienes considera merecedores de réspice, que así se llaman los regaños cortos pero fuertes. En esta ocasión la reprensión de Ianni Tzingas se dirige a Carlos Fuentes, figura de la inteligencia mexicana. (Porque hay una inteligencia mexicana). He aquí el texto de la carta: "Señor Carlos Fuentes, autor de varios libros. Mira, Carlos: yo te admiro como el gran escritor que eres. Estimo especialmente una de tus últimas obras, aquella en que desvelas tu pensamiento -y lo develas- para exponer ideas sobre cosas fundamentales del mundo y de la vida, de la a hasta la zeta. Ahí te muestras como un hombre que conoce el amor, y que conoce también el sufrimiento, una de sus principales variaciones. No diré que ese libro me deslumbró, pero sí reconozco que me dejó bastante encandilado. En él se manifiesta tu lucidez, tu claridad de juicio. Por eso, estimado colega, me sorprendieron mucho tus declaraciones según las cuales con el desafuero de López Obrador la democracia mexicana pasó a mejor vida -quiero decir que feneció-, y que no quedará a los izquierdistas mexicanos otro camino que irse al monte. Vuelve a mirar, Carlos: los izquierdistas mexicanos ya no se van al monte si no está bien pavimentado y si no hay en él tiendas con artículos de marca. En cuanto a la muerte de la democracia en México te pido recordar (sin ofender) aquellos viejos versos burloncillos: "Los muertos que vos matáis gozan de buena salud". Creo, a menos que el futuro me corrija, que la democracia ya no se muere ni aunque la maten, y que aun si alguien la apaleara hasta dejarla exánime -y ese alguien muy bien podría ser López Obrador- resurgiría de sus cenizas como solía hacer el ave fénix, cuya notable capacidad de recuperación es conocida. Ni el desafuero de AMLO significó el acabamiento de nuestra democracia ni las izquierdas tendrán que tomar el incómodo camino de la insurgencia armada. Nada menos mañana caminarán democráticamente, y con mayor solemnidad que la que pide la ocasión, por las amplias avenidas de la Capital, y nadie habrá que les estorbe el paso. Tu voz, oh Carlos, se escucha en muchas partes, no como la modesta mía, que me doy de santos si llega a los confines de El Moquetito, Tamaulipas. Con esas declaraciones pintaste a México ante el mundo igual que si estuviera al borde de la revolución. Podrá estar al borde del abismo, sí, pero no de la revolución. Al hacer tales manifestaciones te faltó sindéresis, que es la natural capacidad para juzgar las cosas con acierto. Ianni Tzingas"... Había un señor al que le gustaba mucho la música de la nostalgia. Se conmovía hasta las lágrimas cuando oía canciones como "Gema", "La gloria eres tú", "Rayito de luna" y otras del mismo género y estilo. Cierto día un amigo le pregunta en la cantina: "Oye: ¿te gustan los tríos?". "Mucho" -responde el señor. Y le dice el amigo: "Pues ve corriendo a tu casa, para que completes uno"... FIN.