¿Cuál es el vino más amargo? "Vino mi suegra"... El señor Nosmo King y su esposa Teet O?Taler eran enemigos furiosos del tabaco, y se oponían también al consumo del alcohol. Cierto día fueron al cine. Cuando regresaron a la casa ¿qué vieron al entrar? A su hija Broadie, en pleno trance de coición con su novio sobre el sillón de la sala. La muchacha se percata de la entrada de sus padres, y antes de que ellos pudiesen articular palabra les dice con tono de alegría: "¡Tenían razón, papis! ¡Una chica se puede divertir mucho sin necesidad de fumar o de beber!"... Se jactaba un argentino que estaba hablando de futbol: "En sus tiempos Maradona era el mejor jugador del mundo, y en Argentina uno de los mejores"... Pitoncio contrajo matrimonio con Arana. Le había gustado la muchacha por dos muy grandes cualidades: aquellas que le servían para sentarse. Esperaba con ilusión Pitoncio, por lo tanto, la noche de las bodas; se gozaba con anticipación pensando en la visión de aquellas redondeces. Pero llegó el momento del connubio, y cuando ella se despojó del atuendo nupcial que la cubría el anheloso galán no pudo ocultar su decepción: aquello que parecía don de la Naturaleza era en verdad obra falaz del artificio humano. Lo que el enamorado supuso carne femenina, ebúrnea, suave y tibia, no era sino relleno vil de gutapercha. He ahí en lo que paran las vanas ensoñaciones que nos presentan los sentidos: todo lo que nos muestran es quimera y espejismo, efímera ficción. Por eso ¡qué bien aconsejaba mamá Gracia, bisabuela mía, a sus hijos que andaban en trance de buscar esposa! Les decía: "Hijos: la mujer por lo que valga, no por la nalga". (Les preguntaba luego: "¿Están saliendo con muchachas buenas?". "Sí, mamá -le contestaban ellos-. No tenemos dinero para salir con malas"). Pero prosigo mi relato.Vio Pitoncio que su flamante mujercita estaba más plana por atrás que por encima una mesa de billar y le dijo: "A partir de la fecha en que regresemos de la luna de miel, irás diariamente a la tortillería". "¿A la tortillería? -se extraña ella-. ¿Para qué?". Responde Pitoncio: "Para que hagas cola"... Un tipo conoció a una muchacha en un bar, y la invitó a ir con él a su departamento. La chica aceptó. Ya en la recámara del individuo, y cuando las acciones apenas iban a empezar, ella rompió en llanto de repente. "¿Qué te pasa? -pregunta él muy sorprendido-. ¿Por qué lloras así?". Contesta la muchacha entre sollozos: "Es que temo que te vas a formar una falsa opinión de mí. No sé por qué acepté tu invitación. La verdad es que no soy esa clase de mujer; soy una chica decente, y ni siquiera tengo experiencia en esto". "No llores, linda -procura consolarla el tipo-. Te creo". "Quiero que sepas -dice ella con solemnidad- que eres el primero". "¿El primer hombre con el que haces el amor?" -se emociona él. "No -aclara la muchacha-. El primero que me cree"... Un gendarme hacía su acostumbrada ronda nocturna por el parque cuando escuchó ruidos atrás de unos arbustos. Fue al sitio de donde provenían aquellos sonidos -acezos, suspiros, ayes, pujos- y vio a un hombre y una mujer que se refocilaban sobre la muelle grama del jardín. Les dice: "Tendrán que acompañarme a la comisaría. Están ustedes cometiendo actos reñidos con la moral". Al oír aquello la mujer saca una navaja, y sin quitarse de donde estaba le grita al guardián hecha una furia: "¡Con nadie estamos riñendo, imbécil, estúpido, idiota!". El policía, imperturbable, dice entonces: "Los dos quedan arrestados. Usted, señora, por tener una arma ofensiva en su persona. Y usted, caballero, por tener una persona ofensiva en su arma"... (No le entendí)... FIN.