Suena el timbre en la casa de un empresario. Pregunta él desde dentro: "¿Quién es?". Responde alguien: "Una caridad". Y pide el empresario con voz infinitamente triste: "Por favor, pásemela por abajo de la puerta"... ¡Inverosímil cuento, majadero escribidor! ¿De dónde sacas tal acervo de vanas fruslerías? Tus necedades son indignas no sólo de aparecer en este prestigioso diario, sino aun de ver la luz en hojas volantes como "El Avispón", periódico jocoserio y de combate; registro: la Constitución. ¡Qué quieres significar con ese chascarrillo? ¿Que los empresarios mexicanos están ligeramente jodidísimos? Ya lo sabíamos. ¿Que el desempleo cunde como plaga? Ya lo sabíamos también. ¿Que una buena parte de nuestra planta productiva está casi paralizada por efecto de diversas circunstancias, internas y exteriores? Igualmente, ya lo sabíamos. Ahora bien: si lo que quieres decir es que las partículas elementales se dividen en fermiones y bosones; que los fermiones a su vez pueden clasificarse en leptones o bariones, y los bosones en classones y sthenones, y que hay cuatro tipos de interacción entre partículas: fuerte, electromagnética, débil y gravitatoria; si tal es lo que quieres decir, repito, eso sí no lo sabíamos, o por lo menos yo no. De cualquier manera: ¿qué tienen que ver los leptones, bariones, bosones, classones y sthetones con la empresa mexicana actual, y con los empresarios? Nada. Entonces lo mejor que podemos hacer es cambiar de tema y narrar otras historietas más merecedoras de credibilidad... La triste nueva llegó a la oficina a media mañana: repentinamente acababa de pasar a mejor vida la mamá de Dulcilí, una de las secretarias de la empresa. ¿Quién le comunicaría la funesta noticia? Nadie se ofreció a cumplir tan difícil encargo, pero alguien recordó que Mercuriano, vendedor de la compañía, tenía fama por su facilidad de palabra, por su habilidad en el trato con la gente. Lo hicieron venir, pues, y le pidieron que con mucho cuidado, con gran delicadeza, procurando atemperar en lo posible la dolorosa impresión que eso le causaría, le comunicara a Dulcilí que su señora madre había fallecido. De inmediato se dirigió Mercuriano a la oficina de la chica. "Oye, Dulcilí -le pregunta con toda naturalidad-. ¿Qué es para ti el agua?". "¿El agua? -responde un tanto desconcertada la muchacha-. Bueno, el agua es la vida". "Muy bien -le dice Mercuriano-. Entonces ve a tu casa. Nos acaban de avisar que a tu mami se le acabó el agua"... Descendió por su hilo la araña macho y acertó a caer en el tocador donde la señora había dejado una de sus pestañas postizas. Va hacia la pestaña y le pregunta con voz de seductor: "¿Por qué tan sola, mamacita?"... A aquella sobrecargo le decían "La Estufa". Siempre traía prendido un piloto... Doña Iglulia se quejaba con una amiga de cierta peculiaridad de su marido. "-Cuando me hace el amor y llega al clímax -decía- siempre grita muy fuerte". "Eso es algo natural" -responde la amiga-. "-Será -dice doña Iglulia-, pero me despierta"... Un grupo de turistas mexicanos fue a Tokio, y el guía los llevó a presenciar la Danza del Kimono. Cuando aparecieron las lindas bailarinas uno de los viajeros le dice muy molesto a su vecino de asiento: "¿A poco con esos vestidos tan largos se les va a ver el kimono?"... FIN.