Don Astasio llegó a su domicilio y encontró a Facilisa, su señora, en compañía de cinco hombres, no de uno como generalmente sucedía. Estaban los seis en el lecho conyugal de la pareja (doña Facilisa -sabia previsión- había comprado cama king size, por lo que pudiera ofrecerse), y se hallaban todos como vinieron a este mundo, salvo doña Facilisa, que para cubrir las apariencias se dejó en el cabello un prendedor en forma de libélula. Fue don Astasio al chifonier donde tenía la libretita en que anotaba palabras de baldón para decirlas a su esposa en tales casos, y cuando regresó a la alcoba le espetó a su mujer este adjetivo: "¡Farota!". El vocablo es castizo; proviene del árabe y sirve para nombrar a la mujer sin juicio. Luego añadió: "¡Y con cinco hombres!". Le dice doña Facilisa: "Cálmate, Astasio. No es lo que parece"... (La verdad es que sí era lo que parecía: un adulterio múltiple, un extraño ménage à six que no tiene precedente ni siquiera en las desaforadas lucubraciones de Bocaccio o Casanova. Consuélese don Astasio con estas líneas de Quevedo: "Antes, cuando en una provincia había dos cornudos, se caía el mundo. Ahora hay tantos que es menester se les señale calle aparte, que así como hay lencería haya cornudería")... Lord Highrumpo narraba en el club las incidencias de su reciente safari en Tanganyica, África. Dice con dramático acento: "Mi instinto de cazador me hizo presentir la presencia del león. Con el cañón de mi Magnum aparté la maleza y, en efecto: ahí estaba la fiera. Entonces el león hizo: '¡Ptrrrrr!". "Milord -lo interrumpe uno de los oyentes-. Con el debido respeto quiero recordarle que los leones no hacen: '¡Ptrrrrr!'. Hacen: '¡Grrrrr!'". Contesta imperturbable lord Highrump: "Éste estaba de espaldas"... Ajadas, deslucidas, maltratadas quedaron las leyes y las instituciones después del patraseo del Presidente Fox en el caso de López Obrador. Se hizo excepción de persona con el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, y de este lodo -al tiempo- vendrán polvos que lamentaremos. El problema con las exepciones es que de una salen muchas. Me pregunto con qué autoridad podrá López Obrador aplicar la ley si llega a Presidente, pues él consiguió librarse de ella. No tiene este señor la mayor culpa, sin embargo: la tienen aquellos que cedieron -que se dieron-, y que a la triste herencia de no haber hecho nada añadirán la herencia, más triste todavía, de haber hecho esto... Pirulina, muchacha pizpireta, invitó a Babalucas, joven de escasísimo caletre, a ir a un día de campo. Llegaron a un paraje encantador, más grato aún por su absoluta solitud. La primavera estaba en eclosión: zumbaban las abejas; los pájaros gorjeaban su canción de amor; se posaban las mariposas sobre el cáliz fragante de las flores. Todo eso hablaba del eternal misterio de la vida, que lleva a las criaturas a juntarse para perpetuarla. Sintió aquello Pirulina, y dice con sugestivo acento a Babalucas: "Baba: las abejitas lo hacen; los pajaritos lo hacen; las mariposas lo hacen... ¿Por qué no lo hacemos nosostros?". "¡Ay, Pirulina! -se ríe él-. ¡Cómo crees que vamos a poder volar!"... En el club nudista el encargado del restorán le ordena a uno de los meseros: "Váyase a su casa. Trae usted paperas, y eso es muy contagioso". "No son paperas -responde el camarero-. ¿Dónde quiere usted que me ponga las propinas?"... Himenia Camafría, madura señorita soltera, le dice a su amiguita Solicia Sinpitier, célibe como ella: "Me han dicho que a la caída de la tarde ronda por este parque un violador". Responde muy preocupada la señorita Sinpitier: "Pero si nos quedamos ¿no llegaremos tarde a la cena?"... FIN.